La dinámica del Gobierno de la
Ciudad de pagar hasta el último euro en los contratos
públicos sin comprobar su cumplimiento y por tanto
indebidamente, es una norma que, por repetida, comienza a
ser extremadamente sospechosa de una mala praxis y cuya
intencionalidad también es muy cuestionable. Ayer, en una
misma jornada, los dos grupos de la oposición vinieron a
coincidir en estas prácticas: de un lado, el grupo
socialista, con José Antonio Carracao, al hablar de los
“gastos de explotación” en Urbaser que pueden suponer otro
descuadre contable de 5 millones de euros y de otro,
coalición Caballas, que “rebotada” por el desencuentro con
el Gobierno de Vivas por los Planes de Empleo, tira de la
manta y arremete contra el Ejecutivo para denunciar otros
pagos indebidos: esta vez a la adjudicataria del
mantenimiento de la Manzana del Revellín.
Ambos casos coinciden en su veracidad y en la gravedad de la
utilización indebida del dinero público. La diferencia es
que siendo el mismo fondo, sobre los desastres económicos de
este Gobierno, la motivación de Carracao es hacer una
oposición rigurosa y la de Caballas, ir al son de sus
intereses: si les dan lo que piden, son dóciles al Gobierno
y si no es así, pues “leña” al mono que es de goma. En el
primer caso, la credibilidad se demuestra con la labor de
oposición y, en el segundo, sencillamente no existe porque
mercadean con la crítica y especulan con la política.
Ayer, José Antonio Carracao volvió a sacar un nuevo
desajuste económico que el Gobierno trata de ocultar, de ahí
que no le haya interesado profundizar ni fiscalizar los
diferentes conceptos y sólo se haya preocupado por huir de
la quema y cerrar en falso una herida sin restañar.
Vergonzoso
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