La Unidad de aviones blancos radiodirigidos ligeros,
pertenecientes a la Batería de Plana Mayor del Grupo de
Artillería Antiaéra del Regimiento Mixto de Artillería (Ramix-30),
se encarga de realizar planeamientos y seguimiento de
sensores para el tiro de cañones 35/90 y de radares. La
sargento I Moreno destaca la “creatividad” que tienen sus
miembros.
La sargento I Ana Moreno, el cabo Robledo y los soldados
artilleros Bianquetti y Merino son el alma de la Unidad de
aviones blancos radiodirigidos ligeros, pertenecientes a la
Batería de Plana Mayor del Grupo de Artillería Antiaéra (GAAA
VI/30) del Regimiento Mixto de Artillería (Ramix-30).
Ubicados en el Monte Hacho, su trabajo siempre depende de
las condiciones meteorológicas, de los últimos avances en
materiales y de, como ellos mismos destacan, la
“creatividad” que deben tener porque constantemente están
“innovando”. Este equipo se encarga de realizar
planeamientos y seguimiento de sensores para el tiro de
cañones 35/90, además de instrucción de los radares. “Al
hacer nuestros vuelos, los cañones consiguen un seguimiento
como radares y tiro a las piezas”, explica la sargento
Moreno.
Pero no es sólo cuestión de volar los aviones. Deben
realizar todo el procedimiento desde que reciben los
materiales de Estados Unidos para hacer un avión. Después de
probar con varios como madera de balsa o plástico, han
optado por el “PVC de cartón con estructura de colmena, que
es más resistente a los tiros”. Al esqueleto del avión,
deben añadirle las ruedas, hélices, bugías y motores. El
personal realiza la construcción y la puesta a punto al
completo, por lo que están formados en mecánica y
electrónica.
Los aviones son modelo ‘Halcón 40’, de ala alta, y pesan
unos 3,5 kilos. Los motores -marca ‘Thunder Tiger’, de 7,5
centilitros- suelen ir a combustible, concretamente uno que
ellos mismo fabrican mezclando tres ingredientes. También,
en su afán de mejorar, han probado con motores eléctricos.
Están constantemente innovando, introduciendo, por ejemplo,
sistemas GPS.
Hasta 120 kilómetros
Estos aviones son más aparatosos, pero más estables, y
pueden alcanzar los 120 kilómetros por hora. A los
aeromodelistas, sin embargo, no les gustan y prefieren otros
más aerodinámicos.
La Unidad realiza los lanzamientos (que con tiro a fuego
real suelen hacerlos dos veces al año) de manera manual y la
recuperación, con redes. El faro es la zona más utilizada
para los entrenamientos, aunque también los prueban los
aviones en la pista de García Aldave en la que entrena el
Club de Aeromodelismo, con quienes colaboran.
Aunque la vista alcanza unos 300 o 400 metros, el avión
puede recorrer hasta un kilómetro, por lo que para no
perderlos de vista utilizan unas gafas especiales. Si el
tiempo no acompaña, cambian las prácticas por ejercicios de
simulación en el ordenador. El coste de cada avión suele
rondar los 400 euros si todos los materiales son nuevos,
pero suelen reciclar de los que van “muriéndose” en combate.
Otro de los avances logrados es el vuelo por la noche, para
lo que han instalado en los aviones unas luces de visión
nocturna. Destacan que, “por encima de todo”, te debe
gustar. “Tienes que tener mucha imaginación y mucha
creatividad -destaca la sargento- porque una vez en vuelo,
nunca sabes lo que va a pasar”.
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