El tradicional “Encuentro” que realiza cada año la
Fervorosa Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre Jesús
Nazareno y Sacratísima Virgen de la Esperanza seguramente
habrá sido uno de los momentos más bonitos y brillantes de
la Semana Santa del 2013, pese a que la Hermandad adelantó
su salida y acortó su itinerario debido a la amenazante
lluvia.
Las adversas previsiones meteorológicas están desluciendo la
Semana Santa de Ceuta aunque no han conseguido, hasta la
fecha, dejar a ninguna de las hermandades sin poder realizar
su Estación de Penitencia.
Ayer la Cofradía conocida por ‘El Encuentro’ vió como esas
inclemencias les obligaba a adelantar la salida quince
minutos además de acordar finalmente a acortar el itinerario
inicial para evitar verse sorprendidos, a medio camino, por
una siempre temible lluvia, tal y como se recogia en todas y
cada una de las previsiones consultadas.
Finalmente, alrededor de las 20.00 horas, la Cruz de Guía
del cortejo de nazarenos que acompañó a Nuestro Padre Jesús
Nazareno y la Sacratísima Virgen de la Esperanza marcaba el
inicio del procesionar de esta Hermandad, emplazando a los
cientos de ceutíes que, desde antes de las 19.30 horas ya se
arremolinaban por los alrededores de la Plaza de África, a
vivir un nuevo encuentro entre Madre e Hijo bajo los sones
del siempre esperado ‘Novio de la Muerte’ que año tras año
entonan los legionarios.
Y es que los ciclos anuales renuevan la fuerza del pueblo
ceutí para convertir esa noche, la del encuentro en única y,
gracias a Dios, en repetible. Se derraman lágrimas y
aplausos, miradas y flashes de cámaras ajenas o propias. Son
centenares las máquinas que van inmortalizando cada uno de
los suspiros de La Legión, Jesús o María; cada movimiento,
cada paso y cada mecido.
Es imposible vivir en otro lugar una mezcla de sabores
religiosos y militares tan compatibles, tan al gusto del
paladar, de los ojos, el oído y el tacto. Algo que al amante
de la Semana Mayor le incita a llegarse a Ceuta cada Martes
Santo. Pasos muy cortos, elegantes con la Señora, acompasado
ritmo de paso del Nazareno con la pesada Cruz a cuestas
reviraba de izquierdas por la Plaza de Africa en tanto que
la Esperanza guapa, afligida de dolor, medio extendía sus
brazos con las manos buscando cobijarle.
La Esperanza salió por González Tablas y giró hacia Plaza de
Africa tras oler directamente el mar desde la confluencia
con Paseo de las Palmeras. Un gentío espectacular esperaba
en los mejores sitios, aguardaba el momento del acercamiento
de los pasos, hasta rozar sus maniquetas. Los costaleros,
sin dolor, a golpe de trabajadera lograban la magia ayudados
por una masa que ovacionaba la impresionante chicotá del
Encuentro.
Unidos, pegados los pasos, los respiraderos transmitían el
esfuerzo de los de abajo. El Nazareno y la Esperanza, frente
a frente. El cornetín de órdenes del Tercio toca las notas
mágicas. Dispuestos. Los costaleros ya saben lo que tienen
que hacer. Lástima del tiempo, que desangró la continuidad
del ‘Encuentro’ en apenas 10 minutos. Tantas horas de espera
para tanta satisfacción comprimida en menos de un cuarto de
hora. Un acercamiento entre los pasos, una levantá al
unísono, un abrazo entre capataces y un intercambio de
“vivas” en la oscuridad, en el interior de los trancaniles
de los pasos. De fondo el tambor, encendiendo la música con
los palillos, pegando en la madera del tambor y fraguando el
ambiente a encuentro en las postrimerías del mismo.
La emoción recorre el cuerpo de todas y cada una de las
cientos de personas que coincidieron en uno de los momentos
más apasionados de esta Semana Santa. El Nazareno (izquierda
‘alante’, derecha atrás) giraba sin prisas, pero sin pausas,
mientras una eternidad de acordes marciales marcaban el
paso.
Finalmente, bajo la mirada de las autoridades civiles y
militares de la ciudad, que se encontraban en el balcón del
Palacio Autonómico, Jesús Nazareno se dio la vuelta para
despedir a su madre y hacer la carrera oficial, donde los
ceutíes seguían esperando para seguir de cerca a los
titulares de esta entrañable hermandad.
Por último, y para evitar posibles sorpresas con la lluvia,
una vez finalizada la Carrera Oficial, el cortejo envocó por
Víctori Goñalons, para posteriormente dirigirse desde
Jáudenes hasta la Santa Iglesia Catedral, donde realizaron
Estación de Penitencia. Tras este emotivo momento vivido en
el interior de la Seo Septense, el cortejo se encaminó, sin
prisa pero sin pausa, hasta el Santuario de Nuestra Señora
de África, donde se puso punto y final a una Estación de
Penitencia corta pero intensa en emociones.
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