Juan Vivas dió muestras de sencillez y se situó en la
fila de asistentes al entierro de Abdelkrim como uno más,
hecho que destacaron los allí presentes. No ejerció en
ningún momento trato de favor y aguantó su turno como uno
más.
Al término del entierro, cuando una interminable fila de
asistentes mostraban sus condolencias y pésame a una
veintena de familiares de Abdelkrim, Juan Vivas, a
requerimiento de los medios de comunicación allí presentes,
se acercó para manifestar su opinión acerca de la figura y
personalidad del fallecido. “Ha sido una persona ejemplar
-comenzó diciendo-, que ha dejado una huella muy positiva en
el corazón de todos los ceutíes”.
Aguantando la lluvia y pasadas las dos de la tarde, Juan
Vivas, prosiguió con lo que era una semblanza del doctor
Abdelkrim: “Abdelkrim es un ejemplo a seguir si analizamos
su trayectoria se puede acreditar que se trata de un hombre
entregado a los demás, perseverante, con una voluntad
férrea”. En su descripción del fallecido, Juan Vivas abundó
en otros aspectos también destacados:
“No fue fácil para él la vida y mucho menos alcanzar el
título de médico y sin embargo, lo consiguió. Abdelkrim hizo
de la Medicina su vida pero en esa vertiente tan humanitaria
dedicándose al enfermo, sin distinguir a nadie por razones
culturales ni de condición social. A todo mundo trataba
igual y se dedicaba a su hospital las 24 horas del dia y
siempre con una actitud positiva. Se trata de un verdadero
ejemplo y hoy aquí, en su entierro, se está demostrando cómo
en nombre de todos los ceutés, hay numeroso público”. No
sólo hay que destacar la opinión de Juan Vivas como
destacada, sino también la de una serie de Auxiliares de
Clínica de segundo curso del Instituto Almina, que no
quisieron dejar de perder la oportunidad de despedir a
Abdelkrim y acudieron al entierro de este buen hombre como
tampoco, alguna compañera del hospital, como es el caso de
Maria Teresa Valera, quien dió el pésame muy emcoionado a
los familiares del finado y que al término del acto nos
decía que se le recuerda con cariño, que era un gran
compañero y que a todas las enfermeras y auxiliares,
Abdelkrim las llamaba cariñosamente como “mis Presley”,
comparandolas con Isabel Presley, diciéndoles que les quería
mucho.
El recuerdo de Abdelkrim era una constante en su entierro.
Midari Salah , hoy profesor de la UNED y en sus años jovenes
compañero de estudios de Abdelkrim en el instituto Siete
Colinas, recuerda que era muy buen estudiante, con mucho
tesón y voluntad de alcanzar sus metas. “Eramos amigos
íntimos, aunque yo me fui a estudiar a Marruecos Filologia
francesa y árabe y él a Granada, para lograr el titulo de
Medicina. Estudiaba dia y noche, era incansable y además
trabajaba. Pasó muchas estrecheces y penurias en Granada
pero supo salir adelante”.
Mustafa, presidente de Luna Blanca, también tiene un
recvuerdo imborrable de Abdelkrim, quien en los últimos
meses,se le quejaba. “Estoy jodido -le decía-, y los tres
últimos desayuno en Al Andalus, junto a la UNED donde
coincidiamos a las siete y media de la mañana, no los
terminó. No podía”.
Un hombre de tanto vigor, tan dinámico, nadie podía imaginar
que el cansancio del que se quejaba podía ser consicuencia
de una grave dolencia y lo atribuían a su agotamiento
laboral de una intensidad poco común.
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