La psicopedagoga y periodista local Nuria Galán Pareja
defendió el pasado viernes la tesis doctoral ‘Mujeres
transfronterizas: marroquíes empleadas del hogar en Ceuta’,
el primer estudio de su clase que profundiza en un fenómeno
cotidiano en la ciudad autónoma, pero cuyas implicaciones
sociales, económicas y culturales apenas han sido analizadas
hasta el día de hoy. El trabajo, dirigido por José Antonio
Lébana Checa y Maria Dolores Villuendas, obtuvo la
calificación de ‘Cum Laude’ por la Universidad de Granada.
Las conclusiones de la tesis apuntan a un importante motor
económico que, además, está propiciando leves cambios en el
papel de la mujer.
La frontera entre Ceuta y Marruecos observa diariamente como
cerca de 30.000 personas entran y salen de uno y otro país
en un incesante flujo que lleva, casi literalmente a
cuestas, el peso de la economía sumergida de Ceuta: cerca de
420 millones de euros, lo que equivaldría al 27% del PIB.
Dentro de esta economía generada marcada por el carácter
transfronterizo destacan los trabajos en la construcción, la
hostelería, los porteadores de mercancías y las empleadas
del hogar. Ellas son las protagonistas de la tesis doctoral
de Nuria Galán Pareja, que el pasado viernes defendió,
alcanzando el título de ‘cum laude’ ante el tribunal de la
Universidad de Granada, reunido en la Facultad de Educación
y Humanidades de Ceuta. ‘Mujeres transfronterizas:
marroquíes empleadas del hogar en Ceuta’ es la primera tesis
doctoral escrita hasta el momento sobre este tema y sus
conclusiones sientan las bases para el análisis y mejor
conocimiento de un fenómeno de sobra conocido en la ciudad
autónoma pero cuyas implicaciones sociales, económicas,
culturales e incluso de género, han sido poco estudiadas
hasta el momento.
Tomando como partida el motor económico que mueve este gran
engranaje, Galán ha apuntado en su tesis, dirigida por los
profesores José Antonio Liébana y Maria Dolores Villuendas,
al peso que tiene el trabajo de todas estas mujeres en la
economía ceutí: según afirma, si la economía sumergida mueve
en Ceuta unos 420 millones de euros año (un 27% de su PIB),
el dinero que mueve el empleo doméstico supera los
15.700.000 euros anuales. La autora de la tesis llega a esta
conclusión tomando como referencia un salario medio de unos
300 euros al mes. “Partiendo de esta media, y tomando como
buena la cifra aportada por los sindicatos que sitúan el
número de estas trabajadoras en las 4.000 al mes, la
actividad mueve en torno a un millón doscientos mil euros”.
En términos anuales alcanzaríamos los cerca de 14,5
millones, una cantidad “nada desdeñable”, teniendo en cuenta
que los salarios marroquíes rondan una media de 3.500
dirhams (casi 343 euros) y el salario mínimo se sitúa en los
1.600 dirhams (157 euros). Según los datos de la Seguridad
Social, solo unas 700 mujeres cotizan como empleadas del
hogar, por lo que únicamente un 17,5% se recauda como
consecuencia de un trabajo legal. La gran mayoría del mismo,
el 82,5%, sigue siendo fraudulento.
Según concluye Galán,”el dinero que mueve el empleo
doméstico en euta entre salarios y pagos a la Seguridad
Social ronda los 15.782.640 euros (sueldo de todas más el
pago de las 700 legales en cuotas sociales), si bien, de
cotizar las teóricas 4.000 marroquíes que trabajan en Ceuta,
esta cantidad podría ascender a los 22.300.800 euros
anuales, tomando como referencia la base de cotización de
2011.
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No les gusta lo que hacen, pero son felices con lo que
tienen
Los datos que maneja la tesis
‘Mujeres transfronterizas: marroquíes empleadas del hogar en
Ceuta’ apuntan a que ni siquiera la mitad de todas las que
trabajan en labores domésticas en la ciudad autónoma reciben
el salario que deberían. El 80% de las mujeres no tienen
contrato laboral y en la mayoría de ocasiones trabaja más
horas de las que le son remuneradas. Aún así, un 85% de las
entrevistadas dice sentirse “valorada”, algo en lo que
incide el trato familiar y la confianza con los empleadores,
así como la libertad en la organización del trabajo. La
actitud de las transfronteritas denota un gran
“conformismo”,ya que si bien a un 65% de las entrevistadas
no les gusta lo que hace, un 77% dicen sentirse “contentas”.
Galán reseña también en su tesis que, a menos estudios, más
satisfación laboral, una sensación que también se ve
reforzada cuantos más años han sido empleadas del hogar. Las
más jóvenes suelen ser quienes tienen más inclinación por
estudiar y valoran su trabajo con menos satisfacción
personal.
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