Rampas, señalización de itinerarios o colores,
ascensores, aparcamientos reservados para personas de
movilidad reducida o puertas son algunas de las
instalaciones que regula la ‘Guía de buenas prácticas. Un
municipio para todos’, editada por ‘Predif’ (Plataforma
representativa estatal de discapacitados físicos).
No es por falta de recomendaciones. Desde las escaleras,
rampas o zonas de aparcamiento del entorno urbano hasta los
accesos o itinerarios en los edificios de uso público, sin
olvidar los transporte urbanos. Es mucho lo que está
regulado en cuanto a accesibilidad en los municipios, y así
lo recoge la ‘Guía de buenas prácticas, un municipio para
todos’, editada por ‘Predif’ (Plataforma representativa
estatal de discapacitados físicos).
Las escaleras, por ejemplo, es una de las principales
barreras con las que se encuentra un discapacitado. En ese
sentido, la guía indica que incluso cuando se cuente con una
rampa alternativa, las escaleras deben cumplir una serie de
características, como tener un ancho libre mínimo de 1,20
metros para permitir que uno suba y otro baje al mismo
tiempo.
Aunque la mejor alternativa para salvar desniveles son los
ascensores, que están regulados por una normativa europea.
Entre otras características, deben tener la puerta de un
color diferente a las paredes adyacentes, a fin de facilitar
su localización a las personas con discapcaidad visual. Los
planos en braile o los altorelieves señalizados en el
pavimento son otras de las recomendaciones.
En cuanto a aparcamientos, cada cincuenta plazas en las vías
públicas debe haber al menos una reservada para personas con
movilidad reducida y estos espacios deben permitir que la
puerta del coche esté completamente abierta para colocar la
silla. Las puertas también están reguladas. Por ejemplo, los
plomos nunca deben ser redondos y el ancho libre e paso debe
ser mayor a 80 centímetros.
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