Esta dualidad a la que se refiere la investigación
sociológica de Carlos Rontomé no es solo una cuestión de
percepción subjetiva, es también una realidad objetiva.
Además de las dimensiones demográficas que hacen que la
ciudad se encuentre prácticamente dividida en dos, existe
una desigualdad significativa entre los parámetros
educativos, laborales y de bienestar de los dos grupos
étnicos-religiosos. Así, los musulmanes ceutíes sufren una
mayor pobreza y se encuentran en mayor riesgo de exclusión y
marginalidad: de hecho en el estudio sobre consumo y abuso
de drogas en Ceuta de 2005, los varones musulmanes ofrecen
unas prevalencias de consumo significativamente mayores, en
todas las sustancias estudiadas, que los varones no
musulmanes. En estudio recoge que se da el caso de que
algunos residentes de las zonas periféricas “bajan” al
centro en contadas ocasiones a lo largo de su vida, lo que
resulta especialmente significativo en una ciudad que apenas
alcanza los 80.000 habitantes, los 10 kilómetros cuadrados
urbanizados y donde para realizar un desplazamiento espacial
más allá de sus límites, es necesario cruzar una frontera
con un país no comunitario o atravesar el estrecho por vía
marítima. Pero esta situación no es exclusiva de los
musulmanes, ya que los cristianos residentes en las zonas
céntricas tampoco se mueven más allá de esta zona y se da el
caso de ceutíes que no han estado nunca en determinados
barrios periféricos como el del Príncipe. La segregación
residencial de la ciudad -según este estudio de Rontomé,
dificulta en principio la integración de la minoría
musulmana dentro de la sociedad mayoriatria. Se acostumbra a
asumir la relación negativa segregación
residencial-integración lo que facilita la exclusión.
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