A lo largo de este último año se han roto ya un total de 30
cristales de los autobuses de la empresa Hadú Almadraba. El
director de la entidad, José María Cuéllar, explica cómo
está la situación y cree que tanto empleados como ciudadanos
están “desprotegidos”. La línea de Benzú, por “humanidad”,
no se ha paralizado, aunque sí se interrumpe en una parada
antes por las noches.
A lo largo de este último año se han roto un total de 30
cristales de los autobuses de la empresa Hadú-Almadraba. El
director de la entidad, José María Cuéllar, da “gracias”
porque a lo largo de este fin de semana no se haya
registrado ningún incidente después de que se produjeran dos
ataques con piedras, uno el jueves y otro el viernes, en la
línea que va hasta la barriada de Benzú.
Cuéllar informó de que el protocolo a seguir tras este tipo
de actos vandálicos es interponer una denuncia en la
Comisaría de Policía Nacional. A esta denuncia se adjuntaron
fotografías y en “principio”, la empresa tenía previsto
paralizar el servicio a partir de las 18.00 horas a esta
barriada, al igual que ocurriera con Juan Carlos I. Sin
embargo, Cuéllar aseguró que “por un tema humanitario y por
las personas mayores, que no tienen culpa de nada y tienen
que llegar a la barriada”, la empresa decidió no paralizar
el servicio, sino limitarlo. Es decir, desde que anochece,
los autobuses hacen su última parada en la zona de los
cafetines, en lugar de llegar hasta la última parada, la que
se encuentra junto a la planta de descontaminación, lo que
significa que “no se ha dejado desatendida a la barriada”,
aseguró.
En relación al coste que supone un cristal de este tipo de
vehículos, Cuéllar explicó que su precio oscila entre 1.500
o 2.000 euros -el máximo si es un parabrisas-. A esta
cantidad hay que sumarle la “mano de obra”, destacó.
Seguridad
“No queremos que esté un policía todo el día en los puntos
negros, los cuales ya conoce todo el mundo y las
autoridades”, comentó el director, sino que lo único que
solicitan es que, cuando caiga la noche, “los agentes
transiten por esa zona para evitar que estos vándalos dejen
de atacar a los autobuses”. Para Cuéllar, las personas que
atacan a un vehículo “son terroristas; siempre se esconden
en zonas verdaderamente difíciles de encontrar y también lo
hacen de noche”. “Hay lugares que son conflictivos y lo
único que pedimos es que los policías estén por allí, no
todo el día, sino para que estos delincuentes se den cuenta
de que hay seguridad y que están vigilados”.
“Desprotegidos”
Además, cuando se atrape a alguien, “que corra con las
consecuencias, ya no sólo por el asunto económico; si son
menores, que los padres corran con los gastos”, aseveró
indignado. Y es que la situación de crisis afecta a todos y
también a Hadú-Almadraba: “Hoy en día las cosas no están tan
bien como para desembolsar casi 2.000 euros por un cristal
que te rompen”. El director puso como ejemplo la recaudación
media diaria en la última barriada en la que los vehículos
han sido atacados. La línea de Benzú recauda unos 200 euros
diarios, “si un cristal cuesta 2.000 euros, ¿cuál es el
negocio?”, se pregunta. “Esto es una empresa privada y
tenemos que salir todos los días para poder pagar a los
trabajadores y pagar impuestos”.
“Es un servicio y un bien público para la ciudad y estamos
totalmente desprotegidos; no sabemos qué hacer”, aseveró.
“Es una situación que no es agradable”, apositlló.
Para Cuéllar, ni los ciudadanos, ni los empleados deben
sufrir este tipo de ataques: “Tengo una responsabilidad como
director de la empresa y tengo que velar por la seguridad de
los trabajadores y evidentemente, por la seguridad de los
usuarios”. “No puedo mandar a los trabajadores al paredón ni
jugar con los usuarios para que los maten de una pedrada”,
afirmó.
El director aseguró que “alguien tiene que responsabilizarse
de esta situación”, ya que desde la empresa llevan “muchos
años” con estas reivindicaciones. “Hasta ahora no ha
ocurrido nada desagradable, pero puede pasar”, sentenció.
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