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sociedad - VIERNES, 2 DE NOVIEMBRE DE 2012


subieron al monte en bici. reduan.

cronica
 

Monte y playa, en un ‘Día de la Mochila’ amenazado por lluvias

García Aldave, Benítez, San Antonio o la antigua potabilizadora son algunos de los lugares elegidos por los ceutíes para no dejar pasar por alto la tradición de disfrutar en familia del aire libre y los frutos secos
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Hace 22 años, África faltó a su cita con el monte en el ‘Día de la Mochila’. Tenía una excusa de fuerza mayor. Estaba de parto. Sus familiares y amigos le subieron frutos secos al hospital e improvisaron un ‘Día de la Mochila’ poco tradicional en torno a la bebé. La recién nacida creció, y ayer cumplía 22 años. Desde su nacimiento ha celebrado todas las jornadas de la ‘Mochila’, y sus cumpleaños, con su familia en el monte.

Eran casi treinta los familiares y amigos que ayer se reunieron en el campo. Hicieron paella y acompañaron el menú con empanada. “No nos vamos ni de puente”, decía África para destacar la importancia de una fiesta “que no se puede perder”. “Tenemos que comernos las castañas, como toda la vida”, resalta, mientras de fondo, en el aparato de música del coche suenan las sevillanas de ‘Siempre así’.

La familia de África estaba ayer en la pista de la Lastra, en el monte de García Aldave. A pocos metros estaban Adela, Antonio, Daniel, José Antonio, Juan Jesús, Javier, y su perro Scowi. “Mientras no llueva aquí estaremos”, decía la madre. “Porque subimos todos los años”, añadían.

Una tradición que, efectivamente, se ha transmitido durante años de padres a hijos. El origen se sitúa en la visita a los cementerios. El día de todos los santos las personas suelen acudir a los cementerios. Hasta finales del siglo XVIII, estos solían situarse en el interior de los poblados, pero las nuevas normativas sanitarias propulsaron los desplazamientos de los cementerios a los exteriores. El de Ceuta se trasladó a Santa Catalina a principios del siglo XIX y, por lo tanto, la distancia para ir a visitar a los difuntos aumentó. Las familias se preparaban para una larga caminata que empezaron a acompañar con frutos secos. Así nació la tradicional ingesta de estos alimentos en lo que se pasó a conocer como la fiesta de la ‘Mochila’.

La tradición se potenció además con la llegada de los exploradores, los precedentes de los Scouts, que con sus canciones y excursiones al campo le dieron popularidad a esta festividad. ‘Mi mochila, no se la come ni el gallo ni la gallina...” fue la canción de la fiesta, la cual, aún ayer, los campistas recordaban. Así la cantaban Pepita, Antoñita, Juan, Miguel y Gisela, una familia que recordaba ayer cómo habían cambiado las cosas a lo largo de estos años, desde que los más mayores, siendo jóvenes, subían “con la talega” al monte. Ahora se reúnen abuelos, padres, hijos, nietos, tíos y sobrinos, juegan a la pelota y a las raquetas, y después de comer, una partida de bingo.

Las alertas meteorológicas y la amenaza de lluvias casi dificultan la celebración del ‘Día de la Mochila’, pero al final el tiempo dio una tregua y el sol brilló durante casi todo el día, pese a que amaneció el día con un cielo gris.

Por si acaso, muchos de los campistas cambiaron las zapatillas deportivas por las botas de aguas, para acompañar al chándal. Ir cómodo es importante, sobre todo para los pocos que se animaron a hacer el camino a pie. La mayoría subía en coche, sobre todo a García Aldave, aunque alguno se lanzó al paseo, principalmente por la zona de San Antonio, que aunque había pocos ‘domingueros’, sí subieron muchos senderistas, tal como destacaron los voluntarios de Cruz Roja que estaban en la zona por si debían atender cualquier incidencia.

Otros se animaron a ir en bicicleta, especialmente pandillas de amigos, como un grupo de ocho adolescentes que había subido desde la Pantera. El mirador de Isabel II también concentraba a muchos grupos de amigos, y propició además el buen ambiente entre desconocidos. “Nos acabamos de conocer, venimos andando, unos desde la Pantera y otros desde Benzú”, decían Yawad, Said, Nora, Sara y un montón de chicos más, mientras cantaban y reían. Un grupo de jóvenes que se saludaban como si se conociesen de toda la vida. Y es que el ‘Día de la Mochila’ es una jornada que anima a las relaciones sociales.

Más aún para los que además de la jornada campestre, han pasado la noche en tiendas de campaña en el campo. Unas treinta tiendas estaban acampadas ayer en los alrededores del Fuerte de Aranguren. “Esta noche, mucho ruido”, decía Hichan. Todo fue bien entre canciones y bebidas hasta que hubo un altercado. Un navajazo que les “corto el rollo”, lamentaba uno de los amigos del chico herido. El incidente ocurrió a la una de la madrugada y la llegada de la UIR apaciguó los ánimos. Las diferentes versiones sobre el altercado se convirtieron en uno de los entretenimientos de la noche, como explicaban Ali, José, Desi, Araceli y el resto de amigos mientras desayunaban pizza, patatas fritas y castañas.

Aunque no todos se enteraron. A escasos metros había otro grupo de amigo que en esta ocasión, por primera vez, habían cambiado las tiendas de campaña por caravanas. No escucharon nada del incidente y fueron, eso sí, los que mejor se resguardaron de las lluvias.

La comida, el mejor aliado

Aunque para hacer frente al frío y a la lluvia, nada mejor que comer y beber. Y de eso sabe bien Jesús, el dueño del ‘Mentidero’, que estaba instalado con su familia, comiendo filetes empanados, tortilla y ensalada con los adultos, mientras los niños estaban “campeando”. “La crisis no nos deja irnos de puente, así que aquí nos quedamos”.

Aunque quienes en lugar de tortilla optaron por carne asada, cambiaron el monte por la playa, para evitar los fuegos en el monte. Fue el caso de Ángeles, Ana o Carmen, que hicieron una barbacoa en la playa de Benítez. A los muslitos de pollo y a los chorizos, le sumaron unos callos con garbanzos llevados de casa.

A pocos metros, un grupo formado por una veintena de jóvenes de entre 18 y 20 años a los que la comida se la habían preparado los padres estaban acampando. Prolongarían el ‘Día de la Mochila’ durante todo el fin de semana. “Botellón, acampada y pasarlo bien”. Ese era el objetivo de un fin de semana en la playa.

En San Antonio, los grupos de familias y amigos eran menos. Aunque algunos había, como Patricia y su familia, unas 25 personas, que además de bocadillos y la ‘Mochila’ -pistachos, castañas, nueces, higos, dátiles, avellanas o almendras-, se habían llevado al monte una cachimba -”de frutas”- y, “muy importante, café, y macarrones para los niños”.

Los de la Potabilizadora

La antigua potabilizadora, junto al Desnarigado, era la zona más frecuentada de los alrededores de San Antonio. “Siempre venimos aquí, pero no sólo en la ‘Mochila’, sino en verano y casi todos los fines de semana”, decían África, Paloma y Raquel, mientras preparaban pinchitos en la barbacoa y comían paella. “Llevamos cuarenta años viniendo”, recordaban Miguel, Mónica, Luis, Charo, Antonio y Juan, que al menú de la ‘Mochila’ habían añadido gambas y una bota de vino.

Los más mayores recordaban que hace cuatro décadas venían “de novios” a pasearse por los caminos de la playa, “que ya no existen”. “Ha cambiado mucho la zona”, explicaban, quienes lamentaban que la Ciudad se había gastado mucho dinero en unas obras que finalmente nunca se habían ejecutado.

“Es una zona muy familiar”, añadían unos matrimonios instalados también en la playa. “Somos cinco familias procedentes del Sarchal, Zurrón y el Recinto”, agregaban mientras ofrecían a unos y a otros un poco de secreto ibérico. “Somos vecinos de toda la vida”, añadían Antonio, Ramón, Paqui, África, Lydia y el resto de amigos, enfatizando el carácter emotivo y familiar de esta fiesta. “¿Qué por que venimos a esta zona? Sólo hay que mirar la cala, qué sitio tan bonito, ahí está la respuesta”.
 


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