La situación económica ha llevado al límite a muchas
personas. A los ya clásicos “pobres de solemnidad” que en
otros tiempos eran aquéllos que mendigaban por nuestras
calles y plazas, se unen ahora, por razón de la crisis y las
altas tasas de desempleo, los “pobres ricos” o los “ricos
crónicos”, gentes que tienen casa y coche pero no dinero
para pagarlos porque se han quedado en paro y viven en tal
estado de precariedad que acuden a las entidades que
sufragan alimentos.
La subsistencia es ahora el problema de muchísimas familias
con todos sus miembros en paro. Situaciones límite que
llegan a tal extremo que condicionan a “pedir” a muchas
personas que, en otra época, hubiera sido inimaginable que
lo hicieran.
Partiendo del principio que para quienes nunca se han visto
en esta situación les resulta vergonzoso pedir ayuda, lo
cierto es que las circunstancias mandan y la necesidad no
entiende de formas o reservas morales.
En un primer momento, todo el que acude a alguna institución
de ayuda alimentaria, siempre encuentra una bolsa de
alimentos, como ayuda “de choque” para atender sus
necesidades. En el caso de que se haga con frecuencia, ya ha
de responder con una serie de datos que habrán de configurar
su perfil de necesidad para formar parte de la base de datos
en la que se le registra y que, de manera periódica, se
actualiza, además de que existe un sistema de cruce de datos
con el Plan de Empleo de manera que aquéllos que reciben
alguna ayuda oficial, dejan paso a otros con necesidades
extremas, ya que hay una amplia “lista de esperara”, ya que
las atenciones en materia de alimentación no llegan a todos
los necesitados que son muchos.
Según los datos a los que ha tenido acceso EL PUEBLO, se
estima que a nivel oficial, el Banco de Alimentos y Cruz
Roja que se reparten al cincuenta por ciento los
necesitados, son un total de 6.000 las personas que atiende
con arreglo a la disponibilidad de la cobertura a la que
pueden llegar.
El reparto anual del Fondo Agrario que abastece a las
entidades que suministran alimentos a los pobres de Ceuta es
de 164.600 kilos de alimentos, cantidad que corresponde al
año 2011. En la actual anualidad se han contabilizado 37.800
kilos hasta este mes de septiembre, si bien se espera para
octubre una segunda fase de aporte de alimentos de 41.758
kilos que suele durar entre dos y tres meses.
Estas aportaciones del Fondo agrario se trata de productos
que son excedentes de cupo que se ceden al banco de
Alimentos a través del Fondo Agrario que resulta
insuficiente por la actual situación económica. De ahí que
se recurra en muchas ocasiones a donaciones de empresas y
particulares en una labor solidaria de incalculable valor.
El volumen de peticiones está desbordando en los últimos
tiempos a las entidades destinadas a esta asistencia social
básica, hasta el punto que a nivel nacional el pasado año,
el Fondo Agrario repartió en toda España un total de un
millón de kilos de comida. Cantidad que, con ser importante
aún es insuficiente.
Los responsables de las entidades de ayuda a los más
necesitados, han venido comprobando que el incremento de
necesidades básicas de alimentación se ha venido registrando
desde hace dos años, pero se ha agudizado de manera
ostensible, desde el mes de marzo de 2011 y, de manera
considerada “tremenda”, desde hace seis meses, momento en el
que la situación se ha hecho ya extrema, a tenor de las
cifras que se vienen manejando.
A quienes han de atender estas necesidades dicen que “se nos
parte el corazón” al comprobar los casos extremos que
recurren “in extremis” para recabar alimentos.
Un incremento que obliga a la demanda pública de solidaridad
que siempre es muy bien acogida por la ciudadanía de Ceuta.
Por otra parte, la sensibilidad de las grandes superficies y
supermercados instalados en nuestra ciudad, también se suma
a estas llamadas de socorro.
Es el mejor ejemplo de una sociedad generosa, entregada a la
ayuda del prójimo y consciente de que los momentos que se
viven son extremos. De “economía de guerra” la llaman los
políticos.
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Los ricos pobres, una nueva modalidad
Se da el caso de personas que
tienen vivienda con hipoteca y coche, que se han quedado en
el paro. Su situación familiar les lleva a no disponer de
dinero para atender ni la hipoteca ni la letra del coche
comprado a plazos. ¿Qué sucede? Pues acuden a las entidades
solidarias que ayudan como alimentos a la subsistencia. En
un primer momento, son atendidos sin más explicaciones pero
para formar parte del banco de datos han de cumplimentar una
serie de requisitos d e control y han de documentar su
situación de precariedad para tener acceso a una asistencia
continuada que, además, es seguida por los responsables del
reparto de alimentos.
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