El Teatro Auditorio del Revellín acogió anoche, por segundo
año consecutivo el acto de entrega de las Medallas de la
Autonomía que este año se han concedido al Instituto de
Estudios Ceutíes y la Residencia Nazareth. El equipo de
Gobierno de la ciudad en pleno presidió el acto, amenizado
un número de inauguración con danza y varias intervenciones
musicales.
El acto de imposición de las Medallas de la Autonomía dio
ayer comienzo con un guiño en honor a sus raíces
portuguesas. Pocos minutos después de las 20.30 horas, tal y
como estaba previsto, sonaron los acordes de ‘Cancao do
mar’, para la representación de un fragmento del ballet
‘Crisol de culturas’ de María José Lesmes, todo un clásico
ya en los eventos culturales de la ciudad. Los asistentes a
la gala, entre los que se encontraban las principales
personalidades del ámbito público, además de educativo,
social y militar de la ciudad, escucharon con solemnidad los
discursos tanto de Simón Chamorro, director del IEC, como el
vicario de la ciudad, que habló en nombre de la Residencia
Nazareth.
El punto y final corrió a cargo del presidente de la ciudad
autónoma, Juan Vivas, no sin antes haber presenciado las
actuaciones de la Asociación Cultural banda de Música de
Ceuta, que obsequió al público con sendas piezas, antes y
después de las palabras del presidente. Quizá la única
sorpresa de la noche, en la que faltó el espíritu juvenil
que se vivió en 2011, gracias a la presencia de los
jugadores de la Selección Alevín de Fútbol Sala, fue la
intervención de Carlos Posac Mon, conocido arqueólogo y
miembro fundador del Instituto de Estudios Ceutíes. Invitado
a decir unas palabras por el director del IEC, Simón
Chamorro, Posac tomó el micrófono emocionado, y poniéndose
un momento en pie desde las primeras filas del público
relató una anécdota sobre la historia del Instituto,
relativa a un viaje que hizo a Portugal y que le llevó,
tanto a él como a los estudiantes que le acompañaban, al
Palacio de Sao Bento , donde conoció al mismo ministro de
cultura del país vecino. Posac, agradeció a la ciudad y a
los investigadores locales su apoyo para conseguir que el
IEC siga vivo, casi cincuenta años después de su fundación.
Al igual que sigue viva la tradición de las Medallas de la
Autonomía, aunque hayan sido menos que en otros años y hayan
cambiado su lugar de entrega del aire libre a un escenario
teatral.
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