Los vándalos se han cebado de nuevo con las inmaculadas
paredes de La Manzana del Revelín, el complejo de edificios
diseñados por Álvaro Siza para un uso cultural. Desde la
inauguración del auditorio, en febrero del pasado año, han
sido varios los episodios de actos vandálicos. La Ciudad lo
limpió en diciembre de 2011, pero la situación se repite.
Los edificios de La Manzana del Revellín vuelven a ser
objeto de actos vandálicos. Las inmaculadas paredes blancas
del complejo diseñado por el arquitecto Álvaro Siza están
afectadas de nuevo por multitud de pintadas.
Esta situación se repite a pesar de que en diciembre de 2011
la Ciudad dispuso una “vigilancia permanente” para evitar
daños en la céntrica plaza y los inmuebles que la rodean.
Uno de ellos es el Auditorio y otros dos pertenecen al
Conservatorio, mientras que el que da al paseo del Revellín
ha sido recientemente adquirido por una empresa y el que
tiene una de sus fachadas a la calle Padilla se encuentra
también inacabado, cerrado, y es igualmente de titularidad
privada.
Los primeros episodios de esta naturaleza, pintadas, robos
de luminarias y otros destrozos fueron denunciados ya en
marzo de 2011, apenas un mes después de la inauguración del
último edificio público, el Teatro-Auditorio.
En junio, de nuevo, los responsables de la obra, aún por
entregar en su totalidad, volvían a denunciar, además de las
pintadas y la rotura de apliques de luz en los
aparcamientos, destrozos en una puerta que había sido
forzada y un agujero en una pared de pladur, al parecer tras
un intento de robo.
En diciembre de 2011 este diario denunció la presencia, en
todos los edificios menos en el del Revellín, además de en
los bancos y fuentes, de todo tipo de pintadas, realizadas
en su mayor parte con rotuladores indelebles que aparecían
tirados en algunos rincones. La Consejería de Cultura,
ubicada en el edificio anexo al Auditorio, ordenó entonces
la limpieza del complejo, que llevaron a cabo operarios de
Ecoceuta con una máquina especial de chorros de arena. La
Ciudad puso además vigilantes -en ese momento, trabajadores
de los Planes de Empleo-, pero nada ha evitado que se
repitan los daños en estos edificios públicos.
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