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OPINIÓN - VIERNES, 6 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

El regreso de los héroes del Líbano
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Bajo el manto de la Virgen, Reina de África, partieron hace meses nuestros soldados desde Ceuta, la Emperatriz marinera, la Virgen Templaria volvió a navegar acompañando a la tropa, cómo siempre ha sido, como lo fue entonces con nuestro antepasado Enrique el Navegante.

Regreso de la Madre a la Iberia Vieja y desde allí a la vera de la tierra que la vio nacer como María, la niña judía que engendró al Redentor. Madre de Dios entonces y retorno cómo Emperatriz Coronada de África y allí permanece, en las fronteras de su Israel natal, sin que los soldados hayan tenido el detalle de procesionarla por Jerusalén, ni de acercarla a su pueblo. Tampoco se puede estar en todo, pero por muy venerada que se encuentre la Sagrada Imagen y por mucho que recen ante ella los de las boinas azules, la morriña del terruño es la morriña del terruño y hasta las Reinas la sufren.

Los valientes del Líbano están volviendo, unos a Melilla, cómo los del Glorioso y laureado Regimiento Alcántara, otros a Ceuta cómo los legionarios que son santo y seña de la devoción patria y que desde siempre han sabido mantener erguida nuestra roja y gualda e impoluto el honor español. Por cierto, espero que los muchachos del Líbano no olviden al bando espiritual al que por raíces, arquetipos y ADN, pertenecen, es decir, al que pertenecemos y gracias al que somos lo que hoy somos. ¿Por qué si no el sol se ha enorgullecido a lo largo de los siglos al besar la frente del soldado español? ¿O es que alguna arraigada tradición cuenta que el sol se siente orgulloso de besar la frente de los finlandeses? Y no es que tenga nada contra Finlandia donde, por cierto, hay muy buenos colegios y son europeos cómo nosotros, sino que lo que es, es y no vamos a negar la verdad en base a equívocos complejos de pamplinosos.

Pero lo importante es que vuelven los que se fueron y la sangre española no ha regado tierra extraña, que bastante empapada ha dejado tierra que no es la nuestra a lo largo de los siglos. Buena misión, se adquiere experiencia, se viaja, se gana más dinero, se tiene oportunidad de añorar la Patria que nunca es más querida ni está más cercana que cuando se recuerda desde la distancia con el son de los “Suspiros de España” una copla que escuchada en el extranjero deja el corazón del tamaño de un alfiler y causa un desgarro que se agarra a la garganta y te impide respirar. ¿Y cómo de luminosa estará Ceuta para recibir a sus hombres? ¿Y qué peineta de nubes lucirán las cumbres de las montañas? ¿Y cómo refrescarán los vientos de poniente para agasajar a los soldados que llegan hartos de la aridez del Líbano? ¿Tendrá algún militar de rango el detalle de volverse portando unos buenos plantones de los maravillosos cedros del Líbano que aparecen en la Biblia para plantarlos en esta tierra? Es lo mínimo, quiero decir que si España envía a sus hijos más queridos a la frontera con la tierra de Nuestro Señor, al menos regresen con un recuerdo místico de allí y en la Plaza del Santuario quedarían perfectos unos cedros del Líbano y serían homenaje a Nuestra Señora de África y recuerdo de la delegación piadosa que tiene montada la Virgen, a modo de embajada, en aquellas tierras. Qué menos, porque el protocolo es el protocolo y la elegancia social reside en no obviar los detalles.

Júbilo entre las familias, escenas de felicidad en el recibimiento, son esos momentos de los que decimos que son “cómo Dios manda” ¿Y qué vivencias atesorarán los corazones de los soldados? ¡Cómo nos gustaría conocerlas y compartirlas! Que nos relataran el ambiente del campamento, la camaradería, las tonalidades de los atardeceres libaneses, el aroma de aquellas tierras, si la comida era sana y abundante, las bromas cuartelera, las duras jornadas de trabajo, si había problemas de cobertura para hablar con la familia con los móviles, nos gustaría saberlo todo para estar más cerca de quienes siguen allí.
 

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