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OPINIÓN - VIERNES, 6 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Rato olía ya a cadaverina
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El viernes, 2 de marzo del año que aún vivimos, escribí yo una columna titulada ‘Cuidado con los propios’. Dedicada a la visita del entonces presidente de Bankia a Ceuta. He aquí el primer párrafo de aquella columna: “Cuando Rodrigo Rato nos visitó, hace apenas nada, se le rindieron honores desmesurados. Los que jamás han merecido los banqueros y, mucho menos, cuando se tiene la certeza de que ellos son culpables en gran medida de la ruina económica de la que goza medio mundo y parte del otro medio. Nunca antes se había visto tanta demostración de vasallaje en escena, si acaso decidimos olvidarnos de cuando la visita del Rey”.

Días antes de la visita de Rodrigo Rato a Ceuta, una persona que sabe de los entresijos bancarios tela marinera, me confesó que la situación de RR era calamitosa. Y que no entendía cómo era posible que los políticos de esta ciudad, y sobre todo su alcalde, no supieran que el presidente de Bankia estaba entre las cuerdas. Que no era conveniente regodearse con la llegada de un personaje que olía ya a cadaverina. Vamos, que estaba a punto de caramelo para poder imputarle de actos, que bien pudieran ser condenables.

Cuando salió lo escrito, recuerdo que los de siempre me tacharon en privado de ser un pesimista; de tratar a Rodrigo Rato de mala manera. De exhibir mal estilo contra un tipo extraordinario. Un tipo con un historial tan brillante como para deslumbrar a medio mundo. En fin, que me pusieron como chupa de dómine. Y hasta dijeron, donde corresponde, que no entendían cómo se me permitía escribir así.

Pues bien, apenas dos meses más tarde, el juez Fernando Andreu ha admitido una querella a trámite que se puede resumir en lo siguiente: “Los consejeros de Bankia y de BFA distorsionaron las cuentas a fin de dar la impresión de que su situación patrimonial era mejor que la realmente existente”. Es decir, que se pusieron de acuerdo, mediante “engaño, para ganarse la confianza de los inversores en salida a bolsa para obtener la financiación de los mercados”.

Mas el juez FA va más lejos al destacar “la grosera infracción de los deberes de transparencia, fidelidad y lealtad”. Por lo cual imputa a 33 implicados los posibles delitos de “falsificación de cuentas, administración desleal, maquinación para alterar el precio de las cosas y apropiación indebida”.

Lo primero que he pensado al leer que el juez ha visto indicios de culpabilidad en estas personas, que forman parte del entramado que ha hecho posible que haya cada vez más pobres como consecuencia de que la clase media está pereciendo en el intento de sobrevivir, es que ha tenido los dídimos bien puestos al atreverse a imputar a una panda de “cuellos blancos”.

El juez Fernando Andreu, de quien ni siquiera he visto una fotografía, ha entrado ya a formar parte de las personas a las que admiro y deseo que todo les vaya bien en esta vida. Aunque soy consciente de que mis respetos hacia él tendrán que ir acompañados de plegarias para que no le pase nada.

Puesto que el paso que ha dado, atendiendo a la denuncia de Rosa Díez, diputada y portavoz de Unión Progreso y Democracia, es de los que no le va a permitir vivir tranquilo a partir de ahora. No me cabe, pues, nada más que decirle que Dios reparta suerte, señoría… Ya que la va a necesitar.
 

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