Me consta, pues llevo muchos años
en este oficio de emborronar cuartillas, que un artículo
futbolístico, por intrascendente que sea, puede desencadenar
un número abundante de réplicas, muchas no gratas, por
supuesto, máxime en momentos en los que la selección
española –perdón, la Roja, según mandan los cánones de la
cursilería- está a punto de jugárselo todo a una carta
frente a la francesa.
Es lo que tiene el fútbol, que, al margen de la liberación
que pudo representar para algunos durante la represión de la
dictadura, es un deporte que en cualquier circunstancia
política, constituye la pasión dominante para no pocos
españoles. Y qué decir para los gobernantes, que ya se
habrán encomendado a todos sus santos para que los muchachos
de Del Bosque hagan bueno ese lema de no hay dos sin
tres. Esperanzados en que un tercer título sería motivo más
que suficiente para que la gente dejara de pensar, aunque
fuera por unos días, en ellos como culpable de una crisis
que cada vez es más insufrible.
-No sea usted así, De la Torre, y diga también algo
sobre la responsabilidad social o individual.
-Claro que sí. Pero permítame decirle que hay un viejo dicho
que reza así: “Si el padre prior se da al baile que no harán
los frailes”.
A lo que iba: ¿se imaginan ustedes que la selección
española? -“Diga la Roja, por favor; no sea usted tan
acérrimo enemigo de los esnobistas”- De acuerdo. ¿Se
imaginan ustedes que ocurriría si la Roja no consigue el
título de mejor equipo europeo?
Yo, sí; yo si estoy en condiciones de asegurar que los
aficionados clamarían contra Mariano Rajoy y todos
sus… compañeros de Gobierno. Lo tacharían de gafe. Lo
pondrían a parir. Bueno, llamándole gafe sería suficiente.
Puesto que no hay insulto más grande que decirle a un
presidente que tiene mal bajío. Y hasta saldrían las siempre
odiadas comparaciones. En este caso, sin duda alguna, con
José Luis Rodríguez Zapatero. Pues gobernando él la Roja
consiguió una Copa de Europa y un Mundial. Como para
toserle.
La Roja está clasificada y en disposición de volver a
revalidar título. Aunque, seamos sinceros, su juego deja
mucho que desear. Por más que Michel Platiní, el
presidente de la UEFA, haya dicho que España tiene un estilo
y un sistema donde el cansancio no genera problemas. Puesto
que sus jugadores hacen correr el balón y es el balón el
cansado, no ellos.
Es curioso, la frase del presidente de la UEFA, y jugador de
fútbol, que lo fue de tronío, la llevo yo oída desde que
tuve uso de razón. Es decir, que en el fútbol de calidad,
era la pelota, no el futbolista quien debía correr. Una
mentira como un templo de grande. Ya que en el fútbol
moderno deben correr los dos, pelota y futbolista. Miremos
hacia atrás, y observemos imágenes de Alfredo Di Stéfano
–por cierto, un falso nueve que alteró el orden táctico en
el fútbol-.
La Roja está pasando por una crisis de identidad. Lo cual es
normal. Como todo nuevo rico trata de vivir de las rentas. Y
debe, cuanto antes, enmendar errores si no quiere que el
fútbol español sufra un varapalo que nos ponga en nuestro
lugar descanso. Ha de evitar hacer por sistema ese juego
pueril, enjuto, menudo, de salón, que tanto desespera.
Controlar el balón en campo propio, una y otra vez, es
indicio de impotencia. Toca espabilarse. Que lo hagan.
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