Según se recoge en el Estudio de Detalle del complejo
cultural de La Manzana del Revellín, el 51% del mismo tiene
un uso “característico” cultural, es decir, destinado en
exclusiva a este fin. Este es el caso de tres de sus cinco
edificios, los dos que componen el Conservatorio (uno
pensado en principio como Escuela de Idiomas pero luego
dedicado a la formación de músicos) y el más singular, el
“hito” del conjunto, como lo definía el arquitecto, el
Auditorio.
Además de ello, entre los objetivos y criterios de
desarrollo urbanístico de esta manzana, en pleno centro de
la ciudad, figuraban otros usos colectivos o dotacionales,
una “pequeña zona comercial” y una “gran plaza”. Para el
edificio comercial se pensó en un equipamiento de servicios,
el mercado, una idea que el Gobierno desechó al final.
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