En plena madrugada del lunes, pasadas las dos, comenzaban
para un centenar de familias de Parques de Ceuta horas de
angustia ante el segundo incendio provocado en un garaje de
la barriada tras el de diciembre pasado. En esta ocasión, el
fuego se extendió mucho más, con una decena de vehículos
calcinados, dos de ellos, motos, y temperaturas que
alcanzaron los 1.000 grados y obligaron a los Bomberos, con
todos los refuerzos disponibles, a realizar una difícil
labor de extinción que duró más de seis horas. El
dispositivo contó con efectivos de todos los cuerpos de
seguridad, 061 y Cruz Roja. EL PUEBLO estuvo allí.
“¡Esto parece el infierno, el agua se convierte en vapor!
¡Estamos echando agua hirviendo!”. Estas eran algunas de las
exclamaciones de los bomberos que durante más de seis horas
lucharon para extinguir el fuego -todo parece indicar que
provocado- en un garaje de la segunda fase de Parques de
Ceuta y que causó el desalojo de un centenar de familias en
plena madrugada del lunes. El aviso del fuego en el interior
del inmueble, un edificio de ocho plantas, llegó al 112
pasadas las dos de la mañana y EL PUEBLO fue testigo directo
del operativo desplegado hasta que los últimos de los
vecinos desalojados, un centenar de familias, comenzaron a
regresar a sus casas, a las 6.20 horas.
“Hay mucho calor dentro de los garajes, hay que salir y
relevarse cada 15 minutos”, explicaba a este diario uno de
los 16 bomberos que se desplazaron hasta el lugar del
siniestro, donde el humo era tan denso que provocaba
dificultades para respirar y fuerte irritación ocular a
quienes lo inhalaban. Tal como se informaría más tarde desde
la Ciudad, al retén de servicio, formado por 11 efectivos,
se sumaron otros 12 de guardia, de los que siete
permanecieron en el Parque para poder afrontar cualquier
otra eventualidad.
El humo, negro, salía a la calle por los canales de
conducción eléctrica, y otras instalaciones del bloque de
viviendas, e incluso por las arquetas. Muchas personas
tosían y a uno de los agentes de la Policía Local que
subieron a buscar a vecinos a sus viviendas tuvieron que
suministrarle oxígeno al llegar a la calle. El dispositivo
se completaba con agentes del Cuerpo Nacional de Policía y
de la Guardia Civil, así como el 061 y Cruz Roja. La
institución humanitaria, con dos ambulancias, repartió gran
cantidad de agua y mantas, pues la noche era fría. Los
servicios sanitarios proporcionaban también suero a los
agentes con gasas para que se limpiasen la nariz, pues
muchos tenían ennegrecidas las vías respiratorias.
Hasta 1.000 grados
En el interior del edificio se alcanzaron temperaturas de
entre 800 y 1.000 grados, con las que según los técnicos,
los forjados de hormigón resultan dañados. Los bomberos
tuvieron que entrar mediante el uso de ‘cuerdas guía’ y
emplearon agua, espuma y, con posterioridad, ventiladores
para la extracción del humo. Una vez extinguido el fuego, se
vio que había dos motocicletas quemadas y otros vehículos
afectados con diversos daños.
Apenas una hora después de declararse el incendio acudían al
lugar el jefe de Gabinete del delegado del Gobierno,
Francisco Verdú, acompañado de uno de los asesores, Antonio
Gómez, que se sumaron al jefe superior de Policía, José Luis
Torres.
Agentes de los tres cuerpos de seguridad desplegados
subieron a los pisos en busca de vecinos. Uno de los
momentos de mayor tensión se vivió cuando alguien dijo que
faltaba una niña, que enseguida se averiguó había salido ya
de su casa.
Hacia las 5.10 horas, mientras los bomberos continuaban
tratando de controlar por completo el incendio, que ya
entonces señalaban había destruido ocho vehículos, se
informó a los vecinos en una improvisada asamblea. Los
encargados de estas primeras explicaciones fueron el jefe
del Cuerpo de Bomberos, Manuel Gentil, y la consejera de
Presidencia y Gobernación, Yolanda Bel. Muchos vecinos
preguntaban nerviosos por su cuenta a los bomberos y
hablaban sobre sus seguros y se interesaban por el estado en
que se encontraban sus coches. Poco después, a las 5.45
horas llegaba el consejero de Fomento, Guillermo Martínez.
Algunos vecinos optaron por abandonar sus hogares para ser
acogidos por familiares, como fue el caso de Hamed, quien se
fue a Benzú en un taxi junto a sus hijos. Otros se
refugiaron del frío en portales cercanos, especialmente los
que tenían hijos pequeños, y también en vehículos aparcados
en el exterior.
Todos ellos se habían despertado sobresaltados, cada uno de
una forma: un vecino manifestó sin ocultar su indignación
que despertaron unas fuertes explosiones, “como de ruedas
reventadas”. A un matrimonio mayor, formado por Antonio, de
86 años, y Rosario, se enteró porque su hijo, que vive
cerca, fue a llamarles a la puerta. Hubo quienes bajaron con
sus mascotas, que en el caso de los perros Lena y Linda
avisaron con su nerviosismo a sus dueños de que algo pasaba.
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