Varios comerciantes de los locales ubicados en el Muelle de
Poniente denuncian una serie de conflictos con los jóvenes
instalados en las escolleras de la zona. Algunos de los
trabajadores se han encarado a los chicos y reconocen tener
miedo después de que les hayan robado en los almacenes,
tirado piedras y roto los vehículos. Han pedido ayuda a la
Guardia Civil, a la Autoridad Portuaria y al gobierno de la
Ciudad Autónoma, pero les responden que no pueden hacer
nada. Consideran que la situación es “inaguantable” y que
sólo les queda tomarse la justicia de sus manos. Temen que
no se actúe hasta el día en que pase “algo mas grave”.
Los comerciantes de los locales ubicados en el Puerto, en el
Muelle de Poniente, están “atemorizados”. Denuncian que en
las últimas semanas han aumentado los conflictos con los
chavales que merodean por la zona, instalados en las
escolleras. Se trata, en su mayoría, de inmigrantes
marroquíes de poco más de veinte años. Muchos de ellos, como
ya informó EL PUEBLO el pasado 17 de julio, son Menores
Extranjeros No Acompañados (MENA), que se drogan con la
inhalación de pegamento. Desde el verano, según aseguran los
comerciantes, la situación ha ido empeorando.
“Se nos encaran y nos amenazan con quemar nuestros locales”,
se lamentaba ayer a este medio Miguel Romero, propietario de
la empresa ‘Hermanos Gómez Duzmán’. “Siempre tenemos las
puertas cerradas por miedo -asegura Romero-, pero aquel día
hacía mucho calor y la dejamos entreabierta”. El negociante
se refiere al pasado 21 de agosto, cuando un hombre se coló
en los almacenes y se escondió entre los productos. Las
cámaras de seguridad de la empresa captaron cómo el
individuo se tapaba la cara con su chaqueta y se armaba con
una herramienta de trabajo al escuchar cómo se acercaba uno
de los trabajadores. El empleado y el ladrón no llegaron a
cruzarse, y este último huyó llevándose con él 6.000 euros
de la caja. “Lo denunciamos y la Policía ya ha archivado el
caso, pero no nos importa tanto el dinero, sino que nadie
nos da una solución y trabajamos con miedo”, añade Romero,
quien lamenta que las autoridades “no van a tomar medidas
hasta que no pase algo más grave”.
Romero explica que el problema se agravó hace unos meses, ya
que antes “lo único que los chicos intentaban era colarse en
los barcos”. Desde entonces Cecilia, trabajadora en uno de
los locales cercanos, vive asustada. Prueba de ello es que
baje a abrir la puerta del local armada con un punzón o un
abrecartas. ”Yo no voy a atacar a nadie, pero quizás logro
asustarles”, apunta. Ella considera que uno de los motivos
que ha desencadenado que los conflictos se agudicen es que
una de las tuberías del muro está rota, lo que permite a los
jóvenes acceder a la zona portuaria más fácilmente.
Hace unos días vivieron los mayores momentos de tensión. El
jefe de la empresa de repartos, Gabriel Heredia, fue testigo
de cómo varios jóvenes apedreaban la furgoneta de reparto de
la empresa. “Salí a echarlos, ellos salieron corriendo y los
seguí. Al día siguiente partieron los espejos retrovisores
de la furgoneta”, explica. Por este motivo han pedido ayuda
a la Autoridad Portuaria y a la Guardia Civil, pero, según
explica, eluden responsabilidades. “Lo que me dicen es que
ellos no pueden hacer nada y que no se me vaya ocurrir a mí
pegarle a un menor; pero al final vamos a tener que tomarnos
la justicia por nuestra mano”, agrega Heredia.
Estas mismas razones son las que han llevado a Iván, de la
empresa de construcción ‘Vertical Work’ a entregar en la
Ciudad varios escritos denunciando estos hechos. “No podemos
dejar nada en los coches, ni sabemos cómo nos lo
encontraremos cuando salgamos del almacén, es una presión
continua -explica el empleado-, pero en la Ciudad me dicen
que vaya a Delegación del Gobierno”, concluye.
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