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ACTUALIDAD - JUEVES, 6 DE OCTUBRE DE 2011


Miguel RomerO MOSTRANDO EL VIDEO. PG.

SEGURIDAD CIUDADANA
 

Los comerciantes de los locales
del Puerto, atemorizados por los “chicos del pegamento”

Los trabajadores denuncian que en las
últimas semanas les han apedreado los vehículos y atracado, sin que ni Guardia Civil ni Autoridad Portuaria les ayude
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Varios comerciantes de los locales ubicados en el Muelle de Poniente denuncian una serie de conflictos con los jóvenes instalados en las escolleras de la zona. Algunos de los trabajadores se han encarado a los chicos y reconocen tener miedo después de que les hayan robado en los almacenes, tirado piedras y roto los vehículos. Han pedido ayuda a la Guardia Civil, a la Autoridad Portuaria y al gobierno de la Ciudad Autónoma, pero les responden que no pueden hacer nada. Consideran que la situación es “inaguantable” y que sólo les queda tomarse la justicia de sus manos. Temen que no se actúe hasta el día en que pase “algo mas grave”.

Los comerciantes de los locales ubicados en el Puerto, en el Muelle de Poniente, están “atemorizados”. Denuncian que en las últimas semanas han aumentado los conflictos con los chavales que merodean por la zona, instalados en las escolleras. Se trata, en su mayoría, de inmigrantes marroquíes de poco más de veinte años. Muchos de ellos, como ya informó EL PUEBLO el pasado 17 de julio, son Menores Extranjeros No Acompañados (MENA), que se drogan con la inhalación de pegamento. Desde el verano, según aseguran los comerciantes, la situación ha ido empeorando.

“Se nos encaran y nos amenazan con quemar nuestros locales”, se lamentaba ayer a este medio Miguel Romero, propietario de la empresa ‘Hermanos Gómez Duzmán’. “Siempre tenemos las puertas cerradas por miedo -asegura Romero-, pero aquel día hacía mucho calor y la dejamos entreabierta”. El negociante se refiere al pasado 21 de agosto, cuando un hombre se coló en los almacenes y se escondió entre los productos. Las cámaras de seguridad de la empresa captaron cómo el individuo se tapaba la cara con su chaqueta y se armaba con una herramienta de trabajo al escuchar cómo se acercaba uno de los trabajadores. El empleado y el ladrón no llegaron a cruzarse, y este último huyó llevándose con él 6.000 euros de la caja. “Lo denunciamos y la Policía ya ha archivado el caso, pero no nos importa tanto el dinero, sino que nadie nos da una solución y trabajamos con miedo”, añade Romero, quien lamenta que las autoridades “no van a tomar medidas hasta que no pase algo más grave”.

Romero explica que el problema se agravó hace unos meses, ya que antes “lo único que los chicos intentaban era colarse en los barcos”. Desde entonces Cecilia, trabajadora en uno de los locales cercanos, vive asustada. Prueba de ello es que baje a abrir la puerta del local armada con un punzón o un abrecartas. ”Yo no voy a atacar a nadie, pero quizás logro asustarles”, apunta. Ella considera que uno de los motivos que ha desencadenado que los conflictos se agudicen es que una de las tuberías del muro está rota, lo que permite a los jóvenes acceder a la zona portuaria más fácilmente.

Hace unos días vivieron los mayores momentos de tensión. El jefe de la empresa de repartos, Gabriel Heredia, fue testigo de cómo varios jóvenes apedreaban la furgoneta de reparto de la empresa. “Salí a echarlos, ellos salieron corriendo y los seguí. Al día siguiente partieron los espejos retrovisores de la furgoneta”, explica. Por este motivo han pedido ayuda a la Autoridad Portuaria y a la Guardia Civil, pero, según explica, eluden responsabilidades. “Lo que me dicen es que ellos no pueden hacer nada y que no se me vaya ocurrir a mí pegarle a un menor; pero al final vamos a tener que tomarnos la justicia por nuestra mano”, agrega Heredia.

Estas mismas razones son las que han llevado a Iván, de la empresa de construcción ‘Vertical Work’ a entregar en la Ciudad varios escritos denunciando estos hechos. “No podemos dejar nada en los coches, ni sabemos cómo nos lo encontraremos cuando salgamos del almacén, es una presión continua -explica el empleado-, pero en la Ciudad me dicen que vaya a Delegación del Gobierno”, concluye.
 


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