Centenares de ceutíes quisieron ser partícipes ayer de la
entrega del XIII Premio Convivencia a la ONG ‘Sonrisas de
Bombay’, galardón que recogió, emocionado, su fundador,
Jaume Sanllorente, que cerró el acto con sencillas pero
sinceras palabras que dedicó al auditorio que atento, lo
esperaba: “A partir de hoy, un trozo del corazón de Ceuta
permanecerá para siempre en las calles de Bombay”, avaló el
periodista catalán.
Misticismo y espiritualidad, adornados con pinceladas de
fragancia india, impregnaron anoche de encanto el escenario,
las butacas, las cabinas y los pasillos del Auditorio del
Revellín, donde las artes y las muestras de generosidad
protagonizaron la entrega del XIII Premio Convivencia a
‘Sonrisas de Bombay’ cuyo fundador, el periodista catalán
Jaume Sanllorente, recibió con “ilusión, alegría y gran
responsabilidad para seguir trabajando con constancia”.
Música, poesía, canto y danza se fusionaron con los
audiovisuales que hicieron adentrarse en la ciudad de Bombay
a los cientos de espectadores que quisieron ser partícipes
de la entrega del galardón y que pudieron gozar del disfrute
estético y espiritual de ‘Bhakti’, un espectáculo de música
y danza clásica de la India que sirvió de hilo conductor el
emotivo acto, que no podía bajar el telón sin antes escuchar
un mensaje muy humano: “A partir de hoy, un trozo del
corazón de Ceuta permanecerá para siempre en las calles de
Bombay, al igual que espero que el alma de la ciudad india
esté siempre en Ceuta”, declaró, entusiasmado, el creador de
la ONG. Bajo la tenue luz de las velas comenzó “el viaje que
cambió el destino” de Jaume Sanllorente hace seis años, y
que la narradora, la también periodista Susana Hevia, relató
a los ceutíes combinando las danzas indias con las
proyecciones del día a día en la ciudad de Bombay, donde
cientos y miles de niños, mujeres, adolescentes y enfermos
subsisten gracias a los pilares que sustentan a ‘Sonrisas de
Bombay’ en tierra india, “la educación, la sanidad y el
desarrollo socioeconómico”.
Una imagen vale más que mil palabras, decían, dicen y dirán
los grandes maestros, y es que sin ellas era imposible que
los espectadores fueran conscientes del merecido galardón
otorgado a ‘Sonrisas de Bombay’, donde en una población de
20 millones de habitantes, el 60% vive en extrema pobreza.
“Un reto”, dijo Sanllorente, que se presenta como una “lucha
incansable” en ese deseo por hacer de la ciudad india una
tierra “libre de justicia social”, refirió.
Cientos de niños con uniformes y risas que hablaban por sí
solas, mujeres orgullosas de elaborar el plan nutricional de
hijos ajenos, profesionales que han visto en su día a día
una vocación. Y todo, “por el sueño de un joven, un
servidor, al que se sumaron 224 personas con compromiso,
unidad, pasión, interés, de ahí, todo mi reconocimiento y
este galardón”, recordó el escritor catalán.
Y sin discursos oficiales, aunque toda la clase política de
la ciudad ocupó los primeros asientos del auditorio, la
narración y el espectáculo intercalaron las ovaciones y las
confesiones. “Notas musicales distintas pueden componer una
hermosa canción. Así es Bombay, cuna de diferentes
religiones, y así es Ceuta, crisol de culturas, a la que
ofreceré mi eterno agradecimiento”, se sinceró el
periodista, para el que las trágicas anécdotas, “como los
diez ataques terroristas que nos arrasaron el 26 de
diciembre de 2008”, constituyen una meta, “todos fuimos y
nos sentimos parte del alma de Bombay”. Así lo reconocía,
con la estatuilla de la escultora Elena Laverón entre sus
manos, y el cheque dotado con 50.000 euros que le otorgaba
el XIII Premio Convivencia, que Sanllorente recibió de manos
del presidente de la Ciudad, Juan Vivas, y la consejera de
Educación, Cultura y Mujeres, y presidenta de la Fundación
Convivencia, Mabel Deu. Antes del aplauso final, de las
últimas sílabas de un apasionado galardonado, las piezas del
repertorio tradicional de ‘Bharata Natyam’ así como otras
creaciones inspiradas en poemas de Tagore, Rumi y San Juan
de la Cruz, compaginaron la música y la danza tradicional
para abrir las puertas a nuevos lenguajes de movimiento y
expresión contemporánea, que deleitaron a un público muy
agradecido y volcado ante el nuevo formato adquirido en esta
ocasión por el Premio Convivencia.
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