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sociedad - JUEVES, 18 DE AGOSTO DE 2011

 

la cronica

Pinturas de guerra, misiles, y aviones radiodirigidos

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Aún no eran las once de la mañana. Las unidades del Grupo de Artillería Antiaérea (GAAA VI/30) ultimaban los preparativos para la jornada de instrucción que estaba a punto de comenzar en las inmediaciones del acuartelamiento del Monte Hacho. El objetivo era demostrar la puntería al disparar hacia el objetivo enemigo.

Todos estaban ‘enmascarados’. Las pinturas de guerra, las mangas largas y los guantes negros tienen el objetivo de dificultar la puntería de un arma sobre el combatiente, así como de permitir a los soldados observar sin ser vistos, camuflados con los colores de la naturaleza.

Lista en su puesto, la sargento Moreno, acompañada por su ayudante, maniobraba por radiocontrol el avión radiodirigido. Dos años de formación específica -que comenzaron con aprender a montar adecuadamente el aparato- le ha llevado controlar que el avión, de un metro y medio de longitud y dos metros de envergadura, se mantenga en el cielo. La niebla no ayuda. “Puedes intuir donde está el avión, pero es mejor si no hay niebla y lo ves”, explica ella. Desde tierra, varios puestos de control observaban al ‘enemigo’, el avión. Realizar estas maniobras en el exterior del cuartel permite implicar a un mayor número de personas e integrar todos los medios de los que disponen el GAAA, explica el teniente coronel Fernando Royo García, que supervisa el ejercicio, antes de iniciar la maniobra.

El sistema es muy sofisticado, ya que cuenta por otros subsistemas, con una cámara de TV, una de infrarrojos, un sistema de identificación amigo-enemigo, un láser para medir distancias, un apuntador óptico, un radar de exploración-adquisición y un radar de seguimiento, que permite combatir aviones que ataquen a cualquier altura, de día y de noche, bajo cualquier condición de tiempo, de terreno y de contramedidas electrónicas (ECM).

En otro puesto de campaña aguardan cuatro artilleros, un cabo, un sargento y un teniente que se encargan del seguimiento de los radares. Su misión, explica el teniente García Ruiz, jefe de la segunda sección de la primera batería, es servir de enlace entre los puestos de mando y las piezas y sensores de abajo. Se encargan además de mantener la seguridad: “Mantener al personal a la suficiente distancia de los cascotes y de los láseres”.

Precisión: todos estos elementos requieren para su funcionamiento una compleja cadena logística de abastecimiento así como un mantenimiento técnico proporcionado por el personal cualificado de la batería de servicios de la unidad, que garantiza que estos sistemas de armas estén permanentemente preparados para el combate y al servicio de España en todas las misiones que se les encomienden.

Cerca de las doce y media finaliza el simulacro. El próximo ejercicio de estas características será el 13 de octubre. Una vez al año se desplazan hasta Huelva. Allí, en Medano de Loro, realizarán una maniobra similar, aunque con una diferencia. Además del ‘clic’ del disparo, en la instrucción de Huelva habrá fuego real y, si le dan, el avión caerá sobre una red.
 


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