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ACTUALIDAD - JUEVES, 11 DE AGOSTO DE 2011


Tres de los inmigrantes. archivo.

inmigracion
 

“Preferimos dormir fuera del CETI porque allí son demasiados”

Varios inmigrantes han vuelto a Ceuta tras ser
repatriados la primera vez, pero ahora temen lo que pasará con ellos
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Algunos de los inmigrantes del CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) prefieren no dormir en el centro, a pesar de que allí les den cama gratis y comida. Alegan tres razones para decantarse por dormir a la intemperie: una de ellas que son “demasiados, diez en cada habitación”, la segunda que no logran dormir debido “a los excesivos controles policiales”. La tercera razón es que ya esta es su segunda experiencia en Ceuta y que la primera no les dejó un buen sabor de boca. Algunos fueron repatriados, como Juan (nombre falso), que nació en Somalia y le deportaron a Nigeria.

Juan y Pedro (ambos nombres falsos, ya que prefieren no dar los reales por miedo a las represalias) se conocieron durante su primera estancia en Ceuta. A los dos los deportaron, pero ninguno de ellos perdió las esperanzas de volver a España. Ambos han logrado entrar de nuevo en Ceuta. Uno de ellos hace dos días. El otro, el pasado 6 de julio.

Ninguno de los dos duerme en el CETI. Junto a un tercero, pasan las noches en el Monte Hacho, tapados con bolsas para el relente. Dan tres razones para explicar por qué prefieren el campo a una cama. Primero, se agobian porque hay “demasiada gente en el centro”. “Somos diez en cada habitación, repartidos en literas”, explica uno de ellos. Segunda, porque no logran dormir debido a los excesivos controles policiales. “A las seis de la mañana ya nos están despertando para hacer revisiones”, protestan. La tercera razón es que la experiencia previa les dejó un mal sabor de boca. No hablan español y temen que les obliguen a rehacer el camino de vuelta.

Juan es de Somalia, un país donde casi la mitad de la población está afectada por la hambruna. Allí dejó a sus tres hermanas y a sus dos hermanos. Desde hace seis meses no logra hablar con ellos. El 23 de mayo de 2007 llegó a Ceuta por primera vez. Lo hizo cruzando la frontera desde Marruecos escondido debajo de un coche. Estuvo dos años en el CETI aguardando unos documentos que nunca llegaron. El 17 de julio de 2009 le deportaron. Sólo que hubo un error: se equivocaron de país y lo mandaron a Nigeria. “Y yo me preguntaba allí: ¿Y que hago yo en Nigeria, que está igual de mal que mi país, Somalia, pero con la diferencia de que no conozco a nadie?”, explica el joven inmigrante, de 26 años.

El chico apunta que tuvo la ayuda “de un policía cristiano”. Le llevó a una iglesia donde durante seis meses le dieron comida y cobijo. Después emprendió el camino a Ceuta. “Tardé seis meses en llegar a Marruecos, muchos tramos andando, otros metido en camiones”. No logró nunca un trabajo en el país vecino. Durmió en la calle, en autobuses y hasta en una casa donde entre cuatro pagaban setenta euros. No era fácil conseguirlos y en la mayoría de las ocasiones debía conformarse con la caridad, alimentándose la mayoría de los días a base de galletas y leche. Decidió entonces cruzar. Llegó desde Beliones a nado hace poco más de un mes.

Es cristiano y en la iglesia ha encontrado ayuda en varias ocasiones. Así que, como hizo durante su primera estancia en Ceuta, para ganarse algo de dinero vigila y limpia el templo ‘Nuestra Señora de África’. Allí están encantados con él. “Lo conocíamos de la otra vez, y nos gusta como trabaja”, explican en la iglesia.
 


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