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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE FEBRERO DE 2011

 

OPINIÓN / SNIPER

Mohamed VI y la brisa del 20-F
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Se lo adelantaba el pasado domingo desde Rabat. La sociedad marroquí percibía estos días cambios y el cese del incompetente y corrupto Primer ministro Abbas El Fassi es el primero; el segundo sería el estancamiento de los “tractoristas”, el PAM del soberbio y ambicioso ex ministro del Interior El Himma, que tras los sangrientos sucesos de El Aaiún parece haber enterrado sus ruedas en las arenas. Faltan por acometer importantes medidas estructurales, entre las primeras una ineludible reforma de la Constitución pero tengo la intuición de que el joven soberano alauí tiene claro que Marruecos necesita un golpe de timón y quién mejor que él para encabezarlo, apartando a un lado a esas poderosas familias y advenedizos que no han dejado de sangrar el país, concentrando cargos y prebendas apartando a los marroquíes de a pie, entre otros a esa juventud preparada y en paro que no acaba de encontrar un lugar bajo el esplendoroso sol de su país.

Mis fuentes son del viernes por la tarde. Les escribo amaneciendo sobre el Estrecho a bordo del “Jaume I”, camino de la España peninsular donde estaré unos días al margen de cualquier contacto con Ceuta y Marruecos. Para hoy domingo puede que ya se sepan los nombres del nuevo gobierno marroquí (¿volverá Dris Jettou al frente?; elevará Mohamed VI al cargo de Primer ministro al actual director de la Oficina Jerifiana de Fosfatos, OCP, Mustafa Terrab?), de concentración nacional diría yo y con un fuerte componente tecnocrático en el que, pese a ciertos rumores en contra, podría llegar a tomar asiento por primera vez un destacado líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD, los islamistas parlamentarios) como símbolo de reconocimiento y apertura. Es una posibilidad real, pues en este sentido me consta la existencia en los últimos tiempos de conversaciones al más alto nivel entre el PJD y la Casa Real. El objetivo del nuevo gobierno será doble: por un lado impulsar nuevas reformas y, por otro, preparar las próximas elecciones generales previstas ya a la vuelta de la esquina.

Escribo con las naturales reservas pues nuestro vecino del sur, el Reino de Marruecos, es pese a su cercanía geográfica y a tantas chorros de historia compartida (que no común) un país difícil de conocer y más aun de comprender. Con todo, me consta que Mohamed VI es un hombre intuitivo y de acusado carácter reformista que ha sabido desde su llegada al trono olfatear los nuevos tiempos. Soplan vientos de fronda en todo el Magreb y los cambios estructurales vendrán de un modo u otro. Ante ello, nada mejor que verlos venir y encauzarlos, con sabiduría y cintura, evitando que las aguas se desborden. Al fin y al cabo la “Primavera del Jazmín” no empezó en Túnez… sino en el campamento saharaui de Gdeïm Izik en El Aaiún: un levantamiento social en toda regla fruto de la manipulación y torpeza de los prebostes locales del Istiqlal, el partido del ya ex Primer ministro Abbas El Fassi (¡el que se atrevió a comparar Ceuta con Palestina!, que un rayo le parta) y los “tractoristas” del PAM, realidad por cierto que los medios españoles ni han olido y que Mohamed VI debería tener pero que muy en cuenta. Vendrán cambios, habrá ciertamente algaradas, pero abordar reformas estructurales largamente pendientes (Constitución, economía, justicia…) será el mejor antídoto contra la desestabilización. Confiemos en que Mohamed VI, quien goza de amplias simpatías y una fuerte aceptación social, depure su entorno inmediato y nunca tenga que llegar a recordar aquellas amargas palabras del defenestrado Alfonso XIII camino del exilio: “Los cortesanos son la ruina de muchas monarquías”. Visto.
 

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