Alguna que otra lágrima quedaba marcada a ras de suelo pero
pequeñas gotas de melancolía por la ausencia de padres,
madres, hermanos, hijas y familiares que ahora descansan en
otro paraíso, en paz y tranquilidad. Miles de ceutíes han
impregnado estos días el cementerio de Santa Catalina de
aires renovados, de calma y sosiego, de color y cierta
alegría que evitan que las nubes ensombrezcan la muerte, por
muy real y cierta que sea.
Para muchos, el día de los difuntos nunca había cobrado
especial relevancia ni trascendencia en su quehacer diario,
sin embargo, la nostalgia de los seres queridos hacen que la
meditación y el homenaje al añoro, se hayan convertido en un
tributo que decora los nichos de nuevos sentimientos. “Antes
no le daba tanta importancia puesto que lo veía como un día
para pasar en el campo con los niños pero, desde que
tristemente falleció mi madre, lo veo como su día. Aunque
venimos muchísimas veces, prácticamente este es el día que
le limpiamos la lápida, le colocamos flores, la preparamos
la ocasión para recibir la eucaristía y decorar su
aposento”, relataba la ceutí Clara Pizarro.
Paradójicamente, estos días de nostalgia cobran especial
protagonismo para los comerciantes de la flor, quienes
sitúan en un crecimiento del 30% las ventas de estas fechas,
algunos con respecto a todo el año y otros, en tres o cuatro
días, en referencia a un mes. Y “la clavellina, el clavel y
el crisantemo son las flores que más se demandan porque,
además, son las que siempre se han llevado a los difuntos.
De todas formas, los clientes van buscando otro tipo de flor
debido a la crisis, ya no piden lirios orientales de
importación que son más caras”, señalaba Juan José Corpas,
propietario de la floristería La Gardenia.
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