Veo en varios medios de
comunicación que el PP en el Congreso de los Diputados
pedirá reivindicar la españolidad de Ceuta y Melilla.
¿Reivindicar por qué?. La españolidad de las dos ciudades
autonómicas está fuera de toda discusión, por lo que toda
esa parafernalia no tiene que traer nada, al no tratarse de
algo que esté en la mesa de las discusiones.
Las buenas intenciones se le deben agradecer al PP, pero
ahora, salvo que haya algún documento secreto o alguna
aviesa intención que trate de llevar a lo contrario, Ceuta y
Melilla están lo suficientemente reivindicadas como
españolas que son, sin más.
Los políticos que hablan un doble lenguaje, o una lengua con
doble filo, según en qué casos, en vez de esas
reivindicaciones, que están más que reivindicadas, tendrán
que decir, claramente, si es que hay, ha habido o va a haber
algún tipo de movimiento en el que entren en el juego del
cambio Ceuta y Melilla.
Si eso no existe, y no tiene por qué existir, el Congreso
tendrá otras mil cosas que atender y programar, por lo que
no haría falta mover a Ceuta y Melilla, para nada. Ambas se
sienten españolas sin necesidad de reivindicación alguna
hoy.
Con todo, toda esta serie de movimientos son mosqueantes,
especialmente al haber registrado una proposición no de ley
en el propio Congreso en la que el PP insta al Gobierno a
mostrar “público apoyo” a la españolidad de Ceuta y Melilla,
a sus instituciones y a sus ciudadanos.
Hasta ahora, y no siempre hemos estado de acuerdo con este
Gobierno, más bien hemos estado en desacuerdo muchas veces,
jamás hemos querido ver ni “simples indicios” de que no
hubiera un claro apoyo a Ceuta y Melilla, como lo puede
haber a Guadalajara o a Albacete.
No debemos olvidar que el propio presidente del Gobierno,
Rodríguez Zapatero, visitó en su día Ceuta, gustara o no
gustara al otro lado de la frontera y no olvidemos, tampoco,
que con este Gobierno y con este presidente del Gobierno
vinieron a Ceuta y fueron a Melilla SSMM los Reyes de
España.
Estos dos hechos son el mejor traslado de un “mensaje claro
y taxativo” sobre la pertenencia a España de las dos
ciudades autónomas.
Eso, hay que repetirlo, está más que claro. Eso, que no le
quepa la menor duda a nadie, implica que “la soberanía de
estas dos ciudades autonómicas ni está, ni va a estar en el
futuro, en ninguna mesa de negociación”.
Ahora bien, todo esto no implica, no tiene que implicar que
España tenga buenas o muy buenas relaciones con Marruecos,
por la vecindad y otros elementos que nos unan. Pero sólo
eso.
Uno, con el vecino, en la propia escalera del piso en que
vive, puede tener unas perfectas relaciones, pero no por eso
va a reclamar el uno al otro, o a la inversa, el cuarto de
baño o el comedor, por ejemplo.
Hoy, cuando está muy claro todo, no podemos confundir
llevarse bien, con compartir las propiedades, por lo que
España, tanto con Marruecos como con Francia o Portugal se
pueden llevar perfectamente, sin que por ello San Martín de
Trebejo, un pueblecito extremeño en el que se habla
portugués, tenga que ser, para nada, de Portugal.
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