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cultura - VIERNES, 15 DE OCTUBRE DE 2010

 

representacion

Los ceutíes afincados en Cádiz disfrutaron
ayer de una ‘misteriosa’ tarde de teatro

CEUTA
José Manuel Rincón

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Tras la reunión celebrada ayer para fijar los días y las horas de los talleres de ocupación, a las 20:00 horas, la Casa de Ceuta en Cádiz proyectó una nueva obra de teatro del ciclo del Centro Dramático de Ceuta. En esta ocasión la cita fue con el misterio.

La puesta en escena del ya clásico ‘Llama un inspector’ del británico J.B. Priestley, estrenada en Londres en 1946 llegó ayer hasta la sede de la Casa de Ceuta en Cádiz en el ciclo de teatro del Centro Dramático de Ceuta.

A las numerosas representaciones de “Llama un inspector” en el momento contextual de su propio estreno cabe añadir las que incesantemente se han venido sucediendo a lo largo de las décadas, en una obra que acaba de cumplir sesenta y un años.

El aliento que anima el texto de ‘Llama un inspector’ no resulta demasiado novedoso hoy, pero tampoco lo era en el tiempo de su estreno. La tradición de la denuncia y «puesta en feo» de los rasgos menos encomiables de la alta burguesía es un tópico que goza de muy antiguos y hasta ilustres precedentes literarios.

Por lo demás, el detonante que dispara la acción -el suicidio de una muchacha zarandeada por la pobreza y las convenciones sociales- es otro tópico que han explotado generaciones enteras de escritores, en especial desde el siglo XIX. ¿Cómo cabe, pues, explicarse su prolongado éxito? Hay dos factores que contribuyeron y contribuyen a su calurosa recepción: por un lado, las «argucias estilísticas» a que Priestley recurre para desarrollar su historia y por otro lado, el punto de vista que se asume en la obra.

Así, ‘Llama un inspector’ recurre en su planteamiento a los patrones del género policiaco -hoy hablaríamos de ‘thriller’-, siempre tan atractivo, y en especial al más atractivo de todos: la investigación en un recinto cerrado, del que los personajes no pueden escapar. A esto hay que añadir la peculiar personalidad del inspector de marras, que trasciende su propio carácter inquisitivo para convertirse en una presencia sobrenatural -esta dimensión va creciendo a lo largo de la obra hasta concretarse en la escena final- y, en consecuencia, en un personaje sumamente inquietante…

La acción transcurre en 1939, poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, lo que subraya la atmósfera crepuscular del mundo que retrata…..
 

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