Tras la reunión celebrada ayer para fijar los días y las
horas de los talleres de ocupación, a las 20:00 horas, la
Casa de Ceuta en Cádiz proyectó una nueva obra de teatro del
ciclo del Centro Dramático de Ceuta. En esta ocasión la cita
fue con el misterio.
La puesta en escena del ya clásico ‘Llama un inspector’ del
británico J.B. Priestley, estrenada en Londres en 1946 llegó
ayer hasta la sede de la Casa de Ceuta en Cádiz en el ciclo
de teatro del Centro Dramático de Ceuta.
A las numerosas representaciones de “Llama un inspector” en
el momento contextual de su propio estreno cabe añadir las
que incesantemente se han venido sucediendo a lo largo de
las décadas, en una obra que acaba de cumplir sesenta y un
años.
El aliento que anima el texto de ‘Llama un inspector’ no
resulta demasiado novedoso hoy, pero tampoco lo era en el
tiempo de su estreno. La tradición de la denuncia y «puesta
en feo» de los rasgos menos encomiables de la alta burguesía
es un tópico que goza de muy antiguos y hasta ilustres
precedentes literarios.
Por lo demás, el detonante que dispara la acción -el
suicidio de una muchacha zarandeada por la pobreza y las
convenciones sociales- es otro tópico que han explotado
generaciones enteras de escritores, en especial desde el
siglo XIX. ¿Cómo cabe, pues, explicarse su prolongado éxito?
Hay dos factores que contribuyeron y contribuyen a su
calurosa recepción: por un lado, las «argucias estilísticas»
a que Priestley recurre para desarrollar su historia y por
otro lado, el punto de vista que se asume en la obra.
Así, ‘Llama un inspector’ recurre en su planteamiento a los
patrones del género policiaco -hoy hablaríamos de ‘thriller’-,
siempre tan atractivo, y en especial al más atractivo de
todos: la investigación en un recinto cerrado, del que los
personajes no pueden escapar. A esto hay que añadir la
peculiar personalidad del inspector de marras, que
trasciende su propio carácter inquisitivo para convertirse
en una presencia sobrenatural -esta dimensión va creciendo a
lo largo de la obra hasta concretarse en la escena final- y,
en consecuencia, en un personaje sumamente inquietante…
La acción transcurre en 1939, poco antes del comienzo de la
Segunda Guerra Mundial, lo que subraya la atmósfera
crepuscular del mundo que retrata…..
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