Habían recorrido a pie, los 29 inmigrantes puestos en
libertad, la distancia entre el Palacio de Justicia y el
CETI, en una peculiar procesión donde los gritos y el acoso
a los ciudadanos (adultos y niños incluidos) que se cruzaban
a su paso, y su entrada en el Centro de Estancia Temporal no
vaticinaba una tarde-noche tranquila, sobre todo por la
ingesta de alcohol durante el trayecto.
Y así fue. Ya en el interior la seguridad del CETI se
reforzó mientras que algunas unidades del Cuerpo Nacional de
Policía no se alejaron en exceso de la zona en espera de
alguna incidencia. Los momentos que se vivieron en el
interior fue de tensión. Los residentes, la mayoría,
preferían no estar al lado de quienes fomentaban los gritos
y las acciones insurgentes. El comedor fue el centro
neurálgico de los episodios violentos cuando elementos del
grupo de cameruneses la empredieron contra algunso
nigerianos que afeaban su conducta basada en el consumo de
alcohol obligando a beber a algunos residentes. EL PUEBLO
estuvo cerca del lugar.
Aunque la pelea existió, la alerta creada resultó excesiva.
La entrada policial con cascos, porras y escudos fue en
vano. Todo estaba ya calmado. Más ruído que nueces pese a
las alarmas que indicaban mayor insurgencia.
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