No se si se habrán enterado
ustedes, porque ha sido una cosa llevada muy en secreto, la
heredera de la corona Sueca se ha casado, después de ocho
años de relaciones con su novio, que no es otro que su
entrenador personal. Un señor que viene de clase baja y al
que el rey de Suecia no veía, ese matrimonio, con buenos
ojos.
Oiga, amigo guarida, que esto de ser pobre no está a la
altura para que una princesa, la futura reina de Suecia
venga, se enamore de uno y en menos que canta un gallo le
hagan a uno príncipe, como el que no quiere la cosa.
A ver qué derecho tiene un pobre a que una princesa se
enamore de cualquiera de ellos y lo hagan príncipe de
cualquier país del mundo mundial. A lo único que deben
aspirar los pobres es, como mucho, a comer galletas príncipe
que esa las venden en todos los supermercados.
Y así pasa lo que pasas, que llega el Peñafiel, actuando en
plan abuelo “Cebolleta” y lanza todas su criticas, contra
esos plebeyos que han conseguido llegar a príncipes, porque
no hay un pobre que tenga las sangre azul.
Y es que el abuelo “Cebolleta, va por todas las televisiones
dando sus clases magistrales defendiendo, a capa y espada,
lo de la sangre azul. Vamos, en una palabra, que el pobre
mío tiene el pleno convencimiento que se le pincha a
cualquier persona de la realeza de cualquier país del mundo
mundial, con esa sangre de color azul su pueden cargar las
estilográficas e incluso hacer repuestos para los
bolígrafos. No es más tonto, el pobre, porque le faltan unos
minutos de entrenamiento.
Resulta que el buen señor se trasladó sin ser invitado, por
supuesto, hasta Suecia par presenciar la boda y después
vender sus enormes conocimientos a la cadena que previo pago
estuviese interesada en semejante acontecimiento.
Lógicamente dentro de su participación en la cadena
interesada en el asunto no podía faltar sus críticas a la
princesa de España, Letizia, por su forma de vestir y
comportarse.
Hay que tener en cuenta que Letizia, la princesa de
Asturias, es para este perfecto imitador del abuelo
“Cebolleta” una plebeya que, además, no tiene sangre azul,
cosas más que demostrable si, por un casual, se hace una
herida y la sangre que manará de esa herida no será azul,
más bien roja.
Además, por si esto fuese poco, es una señora que pertenece
a una clase trabajadora. Su abuelo, que a mí me merece todos
los respetos del mundo, es taxista. Y esto de ser una
periodista, ser de clase trabajadora y tener un abuelo
taxista, es demasiado para este “Cebolleta”, que jamás podrá
consentir que una mujer de esas característica, y sin sangre
azul corriendo por sus venas, pueda ser princesa de España.
Ya que se dedica a ir vendiendo sus conocimientos de la
realeza por las cadenas de las “telemierdas”, criticando a
la princesa de España, Letizia, bien podría aprovechar, para
sacarse unas pesetillas de más, contando su presencia en las
caserías que realizaba el Caudillo y a las que él asistía.
¿O no?
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