La romería en homenaje a la onomástica de San Antonio vino
cargada de actos de toda clase y condición. A la tradicional
Misa se sumaron las esperadas actuaciones de los artistas
locales y también de los venidos de Algeciras en un evento
que, tras la procesión de la imagen del Santo de Padua,
finalizó en un ambiente festivo de alegría y devoción.
Una romería es, ante todo, una celebración religiosa y
cultural. Pero también es, y siempre lo ha sido en Ceuta, un
espacio para la convivencia entre sus vecinos en el que cada
año toman parte, en diferentes actividades, personalidades
de la Ciudad y también visitantes de lugares vecinos como
Algeciras.
El ambiente festivo ya se vivía en las calles de toda Ceuta
desde las primeras horas de la mañana. Casi se puede decir
que el Paseo del Revellín y la Plaza de África amanecieron
iluminadas por los trajes de flamenco, por sus flores y sus
adornos y por sus coloridos sombreros. Las diez bateas que
la Ciudad facilitó para llevar a los romeros a la Ermita del
Santo de Padua también brillaban en la Gran Vía y bien
pronto también estuvieron cargadas de romeros con sus
guitarras y su buen humor en ristre.
La subida al Monte Hacho no era menos espectacular: a las
bateas se unían coches y motocicletas y hasta romeros que se
atrevieron a llevar a cabo la peregrinación a pie.
Ya desde bien temprano el entorno de la Ermita de San
Antonio era presa de la animación: todos los romeros
conversaban sobre la fiesta, sobre sus atuendos, sobre la
posterior procesión. Los cantaores y músicos de la Casa de
Ceuta en Algeciras se encargaron de poner el resto con su
actuación.
Posteriormente, las puertas de la Ermita del Santo de Padua,
abarrotadas de sillas llenas de fieles, acogieron la Misa en
honor de su honomástica, tras lo cual le llegó el turno a la
procesión a lo largo de las carreteras del Hacho.
La comida y la bebida pusieron el broche de oro, acompañadas
de los tradicionales bailes típicos, a esta jornada en la
que tomaron parte autoridades como Juan Vivas, Yolanda Bel o
José Antonio Carracao, muy frescos y sin chaquetas o
corbatas.
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