Alguna que otra subida de tono por parte de abogados,
testigos e incluso el propio juez centró durante más de una
hora el interrogatorio a otro de los testigos presenciales
de aquel tiroteo en el Puente del Quemadero el 22 de octubre
de 1997. La segunda sesión del juicio, por el que el
Ministerio Fiscal en la ciudad imputa a ‘Tafa’, ‘Tos’,
‘Manteca’, ‘Tapiño’ y otro procesado más el delito de
lesiones agravado con arma de fuego y al último, el de
obstrucción a la Justicia, estuvo protagonizada por las
versiones que ofrecieron los testigos que ambas partes del
procedimiento citaron para relatar y situar a los acusados,
dentro o fuera del escenario del suceso.
Un testigo más que presenció los hechos desmontó la versión
aportada el día anterior por otro declarante, el cual había
confesado ante el juez que había sufrido coacciones para
inculpar a los imputados, argumentando que había declarado
ante la Policía junto al sobrino del herido y que le habría
dado pistas sobre el aspecto físico de estos. Ante tal
argumento, el testigo manifestó que “en ningún momento” le
obligaron a tal cosa e incluso insistió en que “cada uno fue
a Comisaría por su cuenta ya que este desapareció porque
estaba asustado”. Durante su intervención, el joven alegó
que recordaba lo sucedido “como si hubiera ocurrido hoy”
pese a los 13 años que han pasado aunque algunas
contradicciones sirvieron de baza a los letrados de la
defensa para cuestionar la presencia de los acusados en el
Puente del Quemadero. “Si usted llevaba pocos días en la
ciudad y vive fuera, ¿cómo conocía los apodos de estos
señores?”, cuestionó uno de los abogados al que el testigo
refutó: “Vengo a Ceuta ocasionalmente cuando tengo
vacaciones o fines de semana e incluso ellos se llamaban
entre sí cuando nos atacaron. Al dar sus nombres a la
Policía, abandoné la ciudad porque estaba amenazado e
incluso me ofrecieron 300 millones de pesetas para que no
denunciara. Por eso declaré 15 días después”, añadió. Su
marcha definitiva a Madrid “por temor” a las represalias de
su acusación, “no sirvió para nada puesto que contrataron
detectives que llevan 13 años haciéndonos la vida
imposible”, replicó.
Por otro lado, y aportando más datos sobre lo acontecido en
1997, el sobrino del tiroteado también coincidió con este en
no identificar al último de los procesados y añadió que hubo
un autor más que acompañaba a los procesados, “que no está
presente en la sala”. Mientras unos mantenían que tuvieron
que recoger a la víctima en el extremo de la acera de la
carretera, este apuntó a que tuvieron que introducirse en un
“barranco” para meterlo en el coche. Y en todo momento,
insistió en su acusación sobre los encausados con apodo.
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