El pasado 20 de abril, este diario informaba del despliegue
de la Guardia Civil en una nueva zona utilizada para arrojar
piedras a las Fuerzas de Seguridad, en este caso concreto, a
los agentes de la Benemérita en sus desplazamientos a la
frontera, desde lo alto de Loma Colmenar, un área de
expansión de la ciudad situada junto al Príncipe.
En su edición del pasado 20 de abril, EL PUEBLO informaba de
la toma por parte de los agresores de las Fuerzas de
Seguridad del estado y de otros servicios públicos, de
nuevas posiciones para perpetrar sus ataques en Loma
Colmenar, una zona muy próxima al Príncipe, escenario
habitual de estas algaradas.
En aquella ocasión, el diario recogía que la Guardia Civil
había tenido que tomar posiciones en la cota elevada de Loma
Colmenar para proteger la CN-352, a donde iban a parar
grandes bloques de piedras lanzados desde las inmediaciones
de la nueva zona urbanizada, en la que se han construido las
225 VPO que poco antes entregó Emvicesa.
Nuevo punto de ataque
Loma Colmenar, donde comenzaron los sucesos de ayer y tal
como se indicaba en la información, es el nuevo punto que
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han detectado
como zona desde donde son apedreados en numerosas ocasiones
cuando acceden bien a la frontera, bien a los puntos de
interconexión con los alrededores. Los atacantes lanzan
peligrosamente grandes piedras u otros materiales, como
ladrillos o adoquines, hacia la carretera.
Ciudadanos que transitaban en aquella ocasión por la avenida
de Martínez Catena (N-352), consideraban que estos hechos
“deben ser penados”. No alcanzaban a comprender cómo una
carretera que accede a una frontera entre dos estados podía
verse sometida a actos vandálicos y del calibre de los que
suceden. “¿Ustedes se imaginan que apedrearan
constantemente, desde lo alto una carretera nacional en
cualquier lugar de la península?”, se preguntaba un taxista
a punto de tomar un cliente en el acceso hacia el nuevo
Hospital.
Una señora de avanzada edad vecina del Príncipe clamaba ayer
por los perjuicios que esta situación está causando también
a los habitantes de esta zona. “Tenían que venir los
soldados marroquíes y aplicarles su ley del menor: o se
llevan al hijo o se llevan al padre”, ironizaba sin ocultar
su indignación.
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