Después de un magnífico Jueves Santo donde la ausencia del
Medinaceli fue cubierta por Vera Cruz, llegó la Madrugá de
la mano de la conocida hermandad del Descendimiento. Pocos
minutos después de sobrepasar la media noche, la Cruz de
Guía de esta Cofradía marcaba el inicio de su sobrecogedora
y silenciosa Estación de Penitencia, arropada por cientos de
fieles durante gran parte de su recorrido.
Noche de luna llena, cielo despejado y público en las
calles. Ceuta tenía ganas de revivir una Semana Santa
completa después de varios años sufriendo la presencia de la
lluvia. El gentío que abarrotó las calles durante la tarde
del Jueves hizo un receso en la noche para cenar y
reincorporarse a la Madrugá.
La salida procesional se ha vuelto mágica en el oratorio.
Tan solo son cuatro los años que lleva el señor naciendo en
la noche de la Madrugá desde la Plaza de Santa Cruz y el
recogimiento ha despertado en el público el respeto y la
admiración hacia la cofradía. Hace poco tiempo que el propio
presidente de la Ciudad inauguró el pasaje del Silencio,
especie de túnel desde el que el paso de misterio del
Descendimiento se introduce en el abismo ceutí, desde el que
se incorpora a la reminiscencia de la madrugada del Viernes
Santo. El Señor ha muerto y José de Arimatea y Nicodemo
trasladan al Santo Sepulcro a un Cristo que yacerá en
Jerusalén y que resucitará días más tarde, mostrando sus
llagas y secuelas.
Sobre el trono lucieron el Cristo del Buen Fin, María
Santísima de la Concepción, San Juan, José de Arimatea,
Nicodemo y María Magdalena que el pasado año se sumaba al
austero paso del Descendimiento y se situaba en la zona
media de la composición, arrodillada ante el cuerpo de
Jesús.
En el día de ayer, la junta de gobierno de la Hermandad
todavía no había podido hacer balance de la sensación vivida
durante la Estación de Penitencia. Sin embargo, varios
hermanos de la Cofradía han mostrado su satisfacción ante el
notable aumento de público en las calles, coincidiendo en
destacar tres estampas particulares del recorrido. La salida
y la llegada, con el silencio por testigo y con el público
como juez de un cortejo que sigue siendo de los más
esperados en la noche ceutí.
Además, la bajada por la calle Revellín, con el
ensanchamiento en la plaza de la Constitución, encumbraron a
la cofradía.
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