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sociedad - MARTES, 16 DE MARZO DE 2010


Jornet, Llop y Pastor. cedida

entrevista / Sebastiá Jornet Forner y Carles Llop Torné
 

«La ciudad ideal es la ciudad real, en su momento presente y como proceso histórico y de futuro»

“Siempre estamos a tiempo de convertir nuestras ciudades en la mejor ciudad internares, y por eso la ciudad ideal es la que cuenta con buenos hacedores de ciudad”

CEUTA
Paula Zumeta

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Sebastià Jornet Forner, es arquitecto, profesor de urbanismo en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y secretario de la Agrupación de Arquitectos Urbanistas de Catalunya. Carlos Llop Torné, es doctor arquitecto, director del Departamento de Urbanismo de la Universitat Politécnica de Catalunya y Director del Master en Desarrollo Urbano y Territorial de la Fundación de la Universitat Politècnica de Catalunya. Con Joan Enric Pastor Fernández, en el año 1988, fundaron el despacho Jornet – Llop - Pastor arquitectos, en el que desarrollan estudios y trabajos de planeamiento y arquitectura, un equipo de 25 profesionales y un conjunto pluridisciplinar de colaboradores desarrollando un amplio abanico de trabajos de ordenación territorial. Por el trabajo en el barrio de La Mina, han recibido el último Premio Nacional de Urbanismo, concedido por el Ministerio de Vivienda correspondiente a la convocatoria del año 2006.

Pregunta.- Nos podría hacer un resumen de la ponencia: “Actuaciones para barrios con oportunidades: el barrio de la Mina en Barcelona-Sant Adrià del Besós”.

El barrio de la Mina es un polígono residencial resultado de una actuación surgida a finales de los años sesenta, cuyo objetivo era la erradicación de diferentes núcleos de “infraviviendas” en el área metropolitana de Barcelona. La marginalidad, en el caso de La Mina toma forma y muestra todas sus caras: marginalidad geográfica, social, física, económica y las marginalidades, que han hecho de La Mina un modelo y un paradigma del conflicto..

Destinado desde el inicio al realojo de población que principalmente se habían instalado en barrios de barracas y chabolas de autoconstrucción en el frente litoral de Barcelona, el barrio de La Mina con un porcentaje significativo de población gitana, vivió durante casi treinta años, 1972-2000, diversas tentativas de transformación, desde el derribo total hasta la simple rehabilitación, generando al tiempo una cierta conciencia de desconfianza y descrédito respeto las diferentes acciones emprendidas por la administración pública.

En gran parte el acierto de la decisión del Plan está, precisamente, en haberse atrevido a intervenir en la parte más pública del barrio pero más cerrada y monolítica, el espacio central ocupado por las escuelas, los equipamientos deportivos y una parte importante de las dotaciones públicas. Un espacio que en lugar de unir, separaba en dos partes el barrio. La propuesta supone una intervención radical: un “sventramento” central en el lugar que ocupaban los equipamientos, una actuación que es al mismo tiempo una ruptura para generar una nueva sutura urbana, se trata de cortar para volver a coser, pero poniendo una buena cremallera (urbana por supuesto) en lugar de un triste zurcido. Es deshacer, para generar nuevas condiciones de hábitat. Se trata de reciclar para optimizar el espacio urbano mal consolidado en su origen.

La transformación propuesta, determina el establecimiento de un nuevo escenario flexible y abierto (la Rambla), sobre el que construir la estrategia que hace visualizar y sobretodo vivir desde su apertura la necesaria renovación y revitalización del conjunto del barrio. La Rambla, además es compleja y animada como todas las buenas ramblas de la ciudad histórica, es decir es un espacio que todo el mundo conoce, reconoce y asume como un espacio de referencia para el barrio.

En términos cuantitativos estamos hablando de un barrio de unas 2.700 viviendas, y que con la nueva propuesta tendrá aproximadamente en total 3.500 viviendas, con una mayor diversidad social y económica y con una nueva geografía urbana, en la que las dotaciones y los nuevos equipamientos públicos, garantizaran el intercambio y la relación con el resto de la ciudad metropolitana a la que pertenece.

El plan urbanístico junto con el Plan de Actuación social, constituyen la base del Plan de Transformación del bario de La Mina y la propuesta del Plan de transformación del barrio de La Mina, supone ir mas allá de la rehabilitación urbana, aproximándose desde una perspectiva amplia en donde los aspectos sociales, económicos, culturales y urbanísticos se integren en un proyecto de carácter holístico que pretende abrir un nuevo escenario de habitabilidad del barrio. La coordinación y dirección del Plan de Transformación corresponde al Consorcio del Barrio de la Mina, entidad urbanística en la que han unido esfuerzos la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Sant Adrià de Besòs, el Ayuntamiento de Barcelona y la Diputación de Barcelona, con el objetivo de sustituir las sombras del pasado del barrio por unas nuevas luces del futuro que en momento actual ya empiezan a ser una realidad

P.- ¿Se podría trasladar alguna idea o proyecto para aplicar en Ceuta?

El proyecto presenta algunas lecciones aprendidas que pueden ser trasladadas a otras realidades similares, y que explicamos con la regla de las “c”:

• Concertación entre agentes y entre las diferentes administraciones agrupadas en una entidad administrativa única: el Consorcio; concertación tanto en los métodos de análisis como en los instrumentos para conseguir los objetivos de la transformación del barrio.

• Concentración en la intensidad y transversalidad de las actuaciones, conscientes de que estos barrios, también llamados débiles o desfavorecidos, necesitan de un impulso y cambio de ritmo en las inversiones ordinarias, para poder recortar la distancia que los separa de lo que se podrían considerar barrios “normales”, haciendo buena la máxima: “barrios con problemas”, “barrios con oportunidades”.

• Capitalización de las inversiones económicas en tiempo y en el espacio donde se concretan, para que los habitantes reconozcan el esfuerzo realizado y se vean las propuestas planteadas, de modo que conlleve una progresiva adhesión y coparticipación (también en aportaciones económicas) de los mismos al proyecto de transformación.

• Coordinación, entre el proyecto del barrio y las operaciones de proyecto de ciudad; y coordinación de acciones en un proyecto integral que atiende las necesidades de la transformación física, la sostenibilidad ambiental, el bienestar social y la dinamización económica.

• Corresponsabilidad, que solo puede ser fruto del diálogo activo entre los diferentes agentes implicados: políticos, técnicos y sociales (vecinos y vecinas del barrio), que ha supuesto una implicación colectiva, conscientes de que la singularidad de la actuación, necesita de esta complicidad colectiva respecto las estrategias, los recursos, el calendario, los programas y las acciones que se han de realizar.

• Calidad en la urbanización de los espacios públicos, en los equipamientos y en las arquitecturas residenciales, entendiendo el espacio físico como parte substancial de la dinámica social y de la convivencia en el barrio. La atención a la calidad urbana de los espacios públicos, supone consideración de valor central a estos barrios, que en otros tiempos ocupaban posiciones periféricas.

• Continuidad y compromiso en la aplicación de los programas sociales, basados en el conocimiento profundo y próximo de las necesidades económicas, formativas y sociales de los vecinos y vecinas del barrio. Programas con la suficiente capacidad de flexibilidad para adaptarse a los nuevos requerimientos que se presentan en el barrio.

P.- Ustedes han ganado recientemente el concurso para la Illa Central de Badalona. ¿Se puede integrar con éxito la naturaleza en el urbanismo moderno?

Justamente el proyecto de Badalona, que se llama “Badiu”, como los jardines y huertos de los patios traseros de las casas históricas de la ciudad, pretende conjugar ciudad y jardín de proximidad. La adaptación mutua entre la matriz biofísica, y el campo con la ciudad, es el gran reto del urbanismo contemporáneo. En lugar de competir, colaborar, en lugar de colonizar exnovo, regenerar y revitalizar tejidos urbanos deficientes u obsoletos; en vez de roturar el territorio con infraestructuras, resolver la integración de las mismas. El urbanismo moderno es el del buen gobierno de la ciudad y del campo en una suerte de equilibrio y cohabitación.

P.- Ceuta es una ciudad llena de jardines, árboles, palmeras... ¿Cómo afecta esto a la vida de los habitantes? ¿Influye de alguna manera?

El palmeral es uno de los referentes más importantes de la historia de la civilización. La experiencia histórica de ciudades del Yemen como Shibam o Sannaa surgidas de la íntima colaboración entre el soporte de la matriz biofísica y la ciudad como ecosistema complementario y cooperante a la misma nos han aportado lecciones seminales de ecología urbana y del buen hacer para el equilibrio entre el campo y la ciudad. No conocemos Ceuta, y por tanto, por lo que entendemos de la pregunta será un descubrimiento para seguir entendiendo el valor de las ciudades desde su código genético, en su lugar y en clave histórica.

P.- ¿Cómo sería su ciudad ideal?

La ciudad ideal no existe. La ciudad ideal es la ciudad real, en su momento presente y como proceso histórico y de futuro. La ciudad es una interacción de eventos y de vida, de conflictos y de oportunidades, de legados y de proyectos por hacer. La ciudad ideal es la que surge de la credibilidad de una comunidad por su proyecto político, cultural y socioeconómico para hacer ciudadanas y ciudadanos de pleno derecho, con recursos para su pleno desarrollo. Siempre estamos a tiempo de convertir nuestras ciudades en la mejor ciudad internares, y por eso (y en todo caso podríamos admitir el uso de este calificativo) la ciudad ideal es la que cuenta con buenos “hacedores de ciudad”.
 


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