Los viejos seguidores de la tradición más pura del islam
practicado históricamente en Ceuta no daban crédito a lo que
veían. Septuagenarios y octogenarios musulmanes se salían
cargados de indignación ante lo que veían. “No hay
vergüenza, ni respeto a Alá”, decían abochornados mientras
Maateis y los suyos protegían la subida al púlpito de Liazid
“Vámonos, Alá-Dios- no está aquí”, clamó una mujer en el
patio exterior de la mezquita de Sidi Embarek cuando vio a
Liazid en el pupitre. Esta mujer, de mediana edad, propalaba
la vergüenza que le producían los acontecimientos vividos.
Aunque se valoraba, la fuerte presencia policial, la vista
que tenía el escenario llamaba poderosamente la atención
para lamentar el que “algunos musulmanes traten de dividir a
los hermanos”, decía un anciano que se preguntaba “¿por qué
Liazid permite esto?”. Los más jóvenes, de entre 40 y 50
años mantenían un discurso similar, “no podemos entender la
provocación de Liazid por permitir ser mangoneado por el
Tabligh y enfrentar a los musulmanes”.
La mezquita principal de Ceuta se convirtió ayer en un
escenario de enfrentamientos verbales entre los dos bandos
en los que se encuentra dividida la población musulmana. De
los 38.000 musulmanes que residen en Ceuta, Laarbi Maateis
dice ser el representante de casi el 90%, lo que es negado
por los seguidores del islam tradicional de la tierra
quienes aseguran que las asociaciones que supuestamente
respaldan a Maateis “son fantasmas”. “Es imposible que en
tan poca población haya más de treinta asociaciones. Es un
listo que se aprovecha de la facilidad de nuestro país”,
aseguraron.
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Las cuentas de las asociaciones de
Laarbi Maateis cuestionadas y vigiladas
La Fundación Pluralismo y
Convivencia le ha dado más de un tirón de orejas a Maateis.
Tras la fraudulenta petición de subvenciones públicas a la
entidad dependiente del Ministerio de Justicia, descubierta
por EL PUEBLO hace dos años, Maateis ha dejado de tener
manga ancha en la Fundación. Ahora le miran con lupa y le
han obligado a devolver alguna que otra cantidad por haber
sido incapaz de mostrar a las claras y con evidencias en qué
se había gastado el dinero recibido. El hombre de las
peticiones constantes de subvenciones ya ha sido situado en
niveles de desconfianza para las administraciones públicas.
La falsedad de facturas que empleó para generar ingresos con
el nombre de la Asociación Al Ghufrán, denunciada por el
propietario de la mezquita a los inspectores madrileños de
Pluralismo y Convivencia, fue definitivo. Ahora se le hace
un especial seguimiento y control de lo que pide para
gastar. Sin embargo, tiene una especial habilidad para
realizar largos viajes pese a su condición de funcionario de
la Ciudad Autónoma y ya es el ‘trabajador’ que más falta a
su puesto, con permiso del Área municipal.
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