La mezquita principal de Ceuta, la de Sidi Embarek vivió
ayer un tercer viernes de fiertes disensiones que
sustanciaron finalmente en agresiones verbales, empujones y
una elevada carga de indignación después de que Ahmed Liazid
Autah lograra, ayudado por las huestes de Maateis, subir al
púlpito e impedir que accediera el iman nombrado por la
‘Nadara’. Insultos, gritos de ladrón, sinvergüenza y
ambiente muy encrespado donde, según testigos presenciales
el propio Maateis zarandeó al Iman Mohamed El Hamraoui
enviado por el Mandub de Rincón y fue el que alentó a Liazid
a que iniciase el rezo en mitad de la trifulca.
Tercer viernes de disensiones en Sidi Embarek que significó
ayer un punto más de elevación de la división ya existente
entre los seguidores de los ritos tradicionales en la región
y los que entienden que Ceuta debe contar un islam importado
de tendencias más rigoristas. Aquellos que ahora -para
modelar su imagen- han ‘fichado’ a Ahmed Liazid, al que se
ha acusado a gritos de “utilizar la religión para beneficio
económico” por parte de quienes reniegan abiertamente de él
por “pasarse al otro bando”.
No se esperaba menos. La falta de entendimiento entre los
fieles del Consejo Rector de Sidi Embarek proclives a que
Liazid no regrese, sin antes obtener el permiso de la
‘Nadara’ (organismo islámico de la región que dirije el
Mandub como delegado de Asuntos Religiosos en M’diq-Rincón),
y la organización dirigida por Laarbi Maateis que intenta
ahora “el asalto” de la mezquita principal de Ceuta, ha
provocado que la actuación preventiva de la Policía
impidiera que los enfrentamientos iniciados en el interior
del templo tuvieran continuación en el exterior.
Las fuerzas policiales mantuvieron libre el acceso de la
puerta principal de la mezquita y custodiaron la libertad de
culto de los musulmanes, tanto de los unos como de los
otros. Su actuación resultó ser una suerte de intermediación
táctica que logró evitar con éxito ayer que las aguas no se
salieran de su cauce.
Pero dentro de la mezquita sobre las 13’00 horas se
respiraba una calma tensa. A un lado de la puerta principal
del templo musulmán, la figura inductora de Laarbi Maateis
aguardaba la llegada de Ahmed Liazid acompañado de su hija
Yalila. Al otro lado de esa misma entrada, los miembros del
Consejo Rector, que habían recibido a esas horas, la llegada
del Imam El Hamaraoui nombrado por la ‘Nadara’ para oficiar
los rezos en Sidi Embarek.
Sin embargo, una vez Liazid en el interior del templo,
activistas pro Maateis se hicieron con la puerta donde se
guarda el púlpito y lograron introducir a Liazid quien se
mantuvo agachado, en cuclillas, en el interior de la
escalinata del pupitre. Una jugada rápida que impidió que el
otro imam pudiera acceder al sagrado lugar. Eso sí, Liazid
contó con la guardia pretoriana de la organización Maateis.
El propio Maateis recriminó airadamente al Imam enviado por
el Mandub su presencia en el templo y, según testigos “lo
zarandeó e insultó”, para escarnio de los presentes.
Cuando Liazid recobró la verticalidad -su figura emergió de
repente en el púlpito cual periscopio de batiscafo- después
de haber estado escondido en su interior, Maateis se encargó
de dirigir los gritos de apoyo al ‘viejo profesor’ quien con
su actitud, ha indignado a las autoridades religiosas
marroquíes, que dicen haber recibido una clara afrenta del
Iman.
Una vez que el líder de la organización que trata de hacerse
con el control de Sidi Embarek dio un gesto claro a Liazid
para iniciar el rezo, pese a las protestas, la mayoría de
los presentes abandonaron el templo no sin antes mostrar su
indignación en el patio exterior. Fuera, la Policía Nacional
ataviada con uniforme y material antidisturbios habían
tomado el exterior para facilitar los accesos a la mezquita
con seguridad. Una presencia preventiva que ayudó a una
mayor tranquilidad de la zona pese a los encrespados ánimos.
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