Cada vez es más frecuente la imagen de la abuela/o paseando
al nieto en el carrito, dándoles de comer o recogiéndoles
del colegio. Los abuelos han sido y siguen siendo un gran
puntal de apoyo para sus hijos y nietos. Son los que están
siempre ahí, sin pedir nada a cambio, sin una mala cara o
gesto, siempre dando cariño.
Entre las principales causas que han llevado a este nuevo
fenómeno está la incorporación de la mujer al mundo del
trabajo, el deseo de crecimiento profesional y hasta el
deseo desmesurado de tener más bienes económicos.
Como razones principales por las cuales se prefiere dejar a
los niños con los abuelos encontramos, una mayor garantía y
seguridad de que sus hijos no pueden estar mejor atendidos;
es más barato, ya que en muchas ocasiones los sueldos no
permiten pagar una guardería o una asistenta en el hogar.
Además con los abuelos, no existe límite de tiempo, no hay
que salir corriendo del trabajo para llegar a tiempo a la
guardería o para que se marche la chica. Se puede uno hasta
entretener un rato con los amigos.
Estos abuelos del siglo XXI, son los abuelos de la
generación de la transición. Es decir pertenecen a ese grupo
de personas que protagonizaron el cambio político y social
más importante que ha vivido España. Son personas con una
vida familiar muy intensa. Cuidaron de sus hijos y siguen
cuidando de aquellos que todavía no se han emancipado a
pesar de tener edad para ello, atienden a sus padres
ancianos, se hacen cargo de los nietos y muchos de ellos
ante la grave crisis económica por la que atravesamos acuden
a las necesidades de sus hijos en paro que no pueden atender
a la propia familia o el pago de la hipoteca.. compartiendo
con ellos sus limitadas pensiones.
Se trata de una generación valiente, sacrificada, y con un
fuerte sentimiento de responsabilidad y cariño hacia todos
los miembros de la familia. Ante estos testimonios que nos
están dando, no tengo más que pensar que esta generación de
abuelos, recibió de sus progenitores unos valores muy altos
y no trasnochados como hoy en día se nos quiere hacer ver.
Pero, nos encontramos tristemente que muchos padres y madres
de familia están haciendo de sus padres meros cuidadores de
sus hijos, cuidadores muy especiales, pero cuidadores, y
ello no se debe consentir. Es necesario que los padres
transmitan una buena y saludable imagen de los abuelos a sus
hijos. Hay que dejar claro a los nietos que los abuelos no
son cuidadores, sino personas merecedoras de amor respeto.
No sería justo terminar este artículo sin tratar del llamado
“síndrome de la abuela esclava”. Son muchas abuelas las que
están con los niños enfermos, las que los cuidan, las que
les dan de comer, lo llevan al colegio y hasta las que pasan
con los nietos todas las vacaciones escolares.
Ante esta situación o nos ha de extrañar que muchas a pesar
del cariño se sientan agotadas. No se atreven a decir a sus
hijos que no pueden con tanta carga. Esto ha dado lugar al
llamado “síndrome de la abuela esclava” que ocasiona una
serie de desequilibrios funcionales en quien lo soporta.
Este síndrome se caracteriza por un proceso de agobio,
stress, que va aumentando hasta que se rompe y aparecen en
la cuidadora una serie de desequilibrios funcionales como
puede ser la tensión que no baja, el azúcar que sube,
palpitaciones, taquicardias…. Ante esta situación hay que
decir: NO PUEDO MÁS.
Este paso no debería tener que darlo la abuela sino los
propios hijos, pero no siempre sucede. Benedicto XVI dijo en
el Congreso de Familia en Valencia: “Los abuelos son muy
importantes en las familias. Ellos pueden ser- y son tantas
veces- los garantes del afecto y la ternura que todo ser
humano necesita dar y recibir. Ojala que bajo ningún
pretexto sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro
que no podemos arrebatarle a las nuevas generaciones, sobre
todo cuando dan un importante testimonio de fe”.
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