Me refiero a ese que nos trajo,
durante un par de meses, el agua, desde el otro lado del
estrecho.
El barco dejó de venir, unos días más tarde de lo previsto
inicialmente, la lluvia comenzó fuerte, antes de Navidad, en
Navidad, en Año Nuevo, en vísperas de Reyes, casi fastidia
la cabalgata, y en la cuesta de enero, con lo que ahora,
cuando faltan cinco días para que termine el primer mes del
año, 2010, los pantanos están casi a su máximo nivel, por
encima del 90%.
Mucho dinero deben haber ahorrado las lluvias a la Ciudad,
para este año del que, tan sólo, llevamos un mes de
existencia. Ahora bien ¿Ese dinero irá a las reservas o
aparecerá por ahí algún roto que haya que tapar a corto o
medio plazo? Eso ya lo veremos más adelante.
Y más adelante, también, veremos si con las reservas que
ahora hemos cogido en los pantanos, se va a dejar de enviar
a los consumidores agua desde la desaladora. Porque si eso
funciona bien, con el aporte diario de los manantiales,
12500 metros cúbicos al día, y con lo que ya hay, pienso que
podríamos olvidarnos, para muchos años ya, del barquito, que
tan buena labor hizo, pero que debió costar un riñón.
No se me oculta que cuando pasen estas semanas, días o meses
de los chaparrones, las aportaciones de los manantiales van
a disminuir mucho, pero lo que no se debe ocultar, tampoco,
a los responsables del mantenimiento y control del agua es
que, por encima de todo, deberán controlar, cosa que hace
unos meses parece que no hacían, todas las fugas de agua que
se fue perdiendo y que, más que por el consumo, por esto,
llegó la situación tan crítica que hubo en septiembre.
Incluso a mí, que no me gusta demasiado recibir un chaparrón
tras otro, me agrada ver que no se corran más riesgos de
cortes del agua, durante las horas de la noche, o incluso
más tiempo, y es que todo esto ha venido muy bien salvo a
quienes tienen que soportar ciertas filtraciones, como las
que están causando verdaderos estragos en ciertas
instalaciones de los juzgados.
Y eso de las filtraciones puede ocurrir en cualquier parte
un día, pero que afecte a unos lugares en los que hay tantos
documentos y de tanta valía y responsabilidad, se está
pasando ya de rosca. Porque si algún lugar tiene que tener
unas instalaciones dignas y seguras, ese debe ser un juzgado
y aquí ya van muchos meses, desde que este problema les
empezó a afectar.
En aquel primer momento, septiembre de 2008, pudo coger por
sorpresa a cualquiera, ahora ya no tanto, y repito que estas
dependencias debieran ser las que estuvieran dotadas de
mayor seguridad en todo, incluidas las filtraciones.
Cuando estoy escribiendo, martes a las 8 de la tarde, sigue
cayendo el segundo diluvio, la tarde ha sido “pasada por
agua”, el pronóstico del tiempo no parece que apunte a un
cambio inmediato, pero lo que sí parece apuntar a no rendir
todo lo más posible es la desaladora, con un parón, días
pasados, que obligó a desembalsar una buena cantidad de agua
de la presa del Renegado.
Se habla de inclemencias del tiempo y obras de ampliación,
siempre alguna disculpa, pero lo que más de uno se pregunta,
yo también, como profano en la materia ¿Hay garantías de
suministros, cuando llueva menos, desde la desaladora?. Los
que están más metidos en el asunto aseguran que sí, algunos
otros tenemos muchas dudas.
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