Siete de los ocho marineros del barco turco regresaron ayer
a sus hogares después de más de tres meses de odisea. Pese a
ello, “nos quedaremos con la caridad, la simpatía y
generosidad de los ceutíes”, explicaron minutos antes de
embarcar. Sólo uno de los tripulantes permanecerá en la
ciudad autónoma por exigencias del Gobierno turco.
”Después de esta odisea, nos quedaremos con la caridad, la
simpatía y la generosidad de los ceutíes. Agradecer para
siempre la ayuda que nos han prestado Cruz Roja, Cruz
Blanca, UGT, Capitanía Marítima, la ITF y la Policía porque
después de un largo tiempo, podemos regresar a nuestras
casas, con la familia, con ilusión”. Estas fueron las
últimas declaraciones de siete de los ocho tripulantes del
barco turco ‘Rhone’, minutos antes de embarcar rumbo a
Turquía.
Cargados de bultos, paquetes, mochilas, con frío y con una
silueta bastante más reducida después de varios meses en los
que los alimentos y servicios no les han faltado pero la
nostalgia y la desesperanza les ha causado estragos. Eso sí,
pese a todo, miradas iluminadas por la ilusión y el
reencuentro de los seres queridos decían más que sus
palabras, que aún daban señales de melancolía al recordar la
situación que les ha tocado vivir. “Llevamos varios días
pensando en el viaje y después de tanto tiempo, parece
increíble que regresemos con nuestras familias. Por eso,
estamos muy, muy felices y la organización de todas esas
personas que nos han ayudado ha sido perfecta, los número
uno”, confesaron Yasar Gamalti, Zeki Mliratblirkag, Islam Er,
Yaklip Ekici, Mahmut Bozkurt, Asim Serdaroglu y Mustafa
Ersecgen, con sus billetes en mano y el visado en regla
preparados para un largo e intenso viaje que durante casi
toda una vida agradecerán a la ciudad autónoma y sus
ceutíes.
Sin embargo, poco ha faltado para que la historia de estos
tripulantes turcos, rodeada de abandonos, embargos,
confrontación de legislaciones y cuestiones políticas de dos
mundos diferentes, haya finalizado con un final
completamente feliz ya que sólo uno de ellos deberá
permanecer en Ceuta hasta que los altos mandos de Turquía
decreten lo contrario, ya que su función será la de
custodiar el ‘Rhone’. “No sabemos qué le habrán dicho, ni lo
que habrán pactado, ni qué intereses habrá de por medio,
pero nosotras ya no podemos hacernos cargo de nada”,
argumentó Ramón Sánchez, responsable de la evacuación del
quimiquero de la Unión General de Trabajadores (UGT).
La historia, continuará
El capitán se marchó, los oficiales volaron, los marineros
dijeron adiós, el armador se desentendió, un banco actuó
como comprador, pero ¿qué ocurrirá con el ‘Rhone’?.
“No sabemos que pasará con él. Nos han comentado que,
posiblemente, traigan otro barco para trasladar la mercancía
pero, todo eso, son promesas del Gobierno turco. Todo apunta
a que este barco no volverá a navegar por sus condiciones,
la mercancía habrá que trasbordarla a otro, pero no nos
fiamos de lo que digan y sería entrar en legislación
marítima, muy diferente a las demás”, declaró Sánchez,
quien, pese a todo, se mostró orgulloso de haber contribuido
en esta buena causa “que nos ha dado muchos dolores,
buscando dinero como sea, pero se han visto recompensados al
verlos tan contentos”.
Lo cierto es que Ceuta nunca se ha encontrado con una
situación de estas características donde primaba el
bienestar de unos seres humanos que han sido abandonados a
la suerte. “Hemos vivido conflictos similares con
tripulaciones turcas también pero lo bueno de las demás
ocasiones es que enfrente hemos tenido un armador que ha
respondido por su barco y su tripulación. Y aunque había
salarios impagados, al final se había conseguido que
cobraran los trabajadores. En este caso, no teníamos a nadie
con quién discutir ni reclamar los salarios, ni la
manutención de estas personas aquí”, reveló.
La historia del ‘Rhone’, continuará, y ante cualquier nueva
novedad será el pabellón turco el que deberá responder a su
bandera.
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