Desde la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, en
2008, el Gobierno de la Ciudad Autónoma no ha mostrado
ningún interés por tomar la iniciativa para retirar los
símbolos franquistas existentes en las calles de Ceuta.
Preguntada por esta cuestión hace 18 meses la portavoz del
Ejecutivo, Yolanda Bel, aseguró que dichos vestigios son
“historia y parte del patrimonio” y opinó que “no se deben
hacer distinciones en cuanto a fechas y monumentos
determinados, ya que todo forma parte del patrimonio
histórico y cultural de la ciudad y sirve para poner en
conocimiento todo lo ocurrido en Ceuta, en cada etapa y
momento”.
La portavoz del Ejecutivo comparó estos restos “con los
descubiertos de los romanos o fenicios” y destacó que “son
pocos” los símbolos de la época franquista que existen
actualmente en Ceuta. “El Gobierno local seguirá velando por
mantener el patrimonio histórico y cultural, siempre
cumpliendo con la ley”, matizó la consejera.
Meses después el Gobierno encargó al Cronista Oficial de la
Ciudad un informe sobre qué hacer con elementos como el
Llano Amarillo, el más importante de todos ellos a juicio de
Gómez Barceló, que propuso convertirlo en “un homenaje de
concordia entre los bandos enfrentados”.
En su dictamen el Cronista sólo sugirió la conveniencia de
eliminar un par de nombres de calles [Alférez Provisiional y
parte de los azulejos de las fachadas de Barriada Sanjurjo]
y propuso colocar placas explicativas junto al monumento al
Convoy de la Victoria del Monte Hacho.
Igualmente Gómez Barceló se posicionó a favor de pedir a
empresas como Telefónica, Obras Públicas o Alumbrado que
“sustituyan” las placas que mantienen en las calles con el
escudo de la Dictadura por el de la España democrática.
En la misma línea planteó “ocultar, pero no destruir” las
cerámicas encargadas y colocadas para honrar a os
funcionarios municipales que murieron en la Guerra Civil.
Patrimonio eclesiástico
Sobre el patrimonio de la Iglesia ligado al franquismo, del
que también existen abundantes muestras en forma de mantos y
similares en Ceuta, Gómez Barceló trasladó a la jerarquía
eclesiástica la responsabilidad sobre qué hacer con la
relación de Caídos en la Guerra Civil por el bando
nacionalista, que “no tiene valor patrimonial”, o con los
mantos de los interventores de Marruecos y el negro de la
Virgen de África.
Lo mismo opinó sobre la placa colocada en 1940 en la
mezquita de Muley El Mehdi.
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