La asociación de vecinos Príncipe Alfonso está elaborando un
censo de las chabolas que persisten en el barrio para que la
empresa municipal de viviendas, Emvicesa, lo tenga en cuenta
a la hora de adjudicar alguna de las promociones previstas
para Loma Colmenar. Emvicesa ha recogido el guante y asegura
que lo considerará para futuras promociones, porque las 225
viviendas construidas a día de hoy ya tienen adjudicatarios.
Los vecinos de Príncipe Alfonso no quieren dejar pasar la
oportunidad de mejorar sus condiciones de vida logrando que
muchas de las viviendas sociales que se están construyendo
en Loma Colmenar sirvan para alojar a las familias que se
encuentran en las situaciones más precarias.
De hecho, la asociación de vecinos está elaborando un censo
de las chabolas que persisten en la barriada desde hace, al
menos, setenta años. El censo contendrá un amplio informe
sobre las condiciones de cada vivienda y la situación
socioeconómica de las familias y será entregado a la empresa
municipal de viviendas, Emvicesa.
El presidente del ente vecinal, Abdelkamil Mohamed Mohamed,
calcula que en el barrio persisten al menos cincuenta
chabolas, aunque de momento sólo se dispone del informe de
quince familias. “No tengo constancia de que ninguna haya
recibido hasta ahora aviso de realojo”, comenta Mohamed
Mohamed.
La mayoría de los musulmanes que residen en este populoso
barrio fronterizo, con una población censada de 15.000
habitantes a los que habría que sumar el cuantioso número de
irregulares procedentes de Marruecos que alberga, llegaron
en la década de los cincuenta, cuando el enclave dejó de ser
servidumbre militar. Allí se alojaron gran parte de quienes
residían en el llamado ‘acuertalamiento de los moros’, en
las Murallas Reales, recordó Enfeddal. Hasta que a finales
de los ochenta la Unión Europea se planteó acabar con el
chabolismo y muchas de esas obsoletas viviendas fueron
sustituidas por los propios residentes por edificaciones de
mampostería que en la mayoría de los casos carecían de los
pertinentes permisos de obra, pero que fueron más o menos
toleradas por las autoridades como un mal menor.
Aun así, el chabolismo no ha desaparecido del barrio. El
presidente de la asociación de vecinos y el vicepresidente,
Ahmed Enfeddal, invitaron a EL PUEBLO a realizar un
recorrido por el tortuoso itinerario de las chabolas. Un
anciano del barrio, Abdeselam Mohamed Mesari, aportó una
historia personal que sirvió como punto de partida: “En mi
casa, de 50 metros cuadrados, vivimos mi mujer, mis catorce
hijos y yo. Tres de ellos tienen trabajo, y me gustaría que
se les proporcionaran una vivienda en otro sitio, porque
pueden pagarla, y se marcharan de casa”.
En la primera de las chabolas censadas Halima Rafik vive con
sus cuatro hijos. Los techos de chapa son tan bajos que la
vivienda se inunda cuando llueve. Y los ventanucos de la
chabola son tan pequeños que el olor a humedad tarda en
marcharse.
Algo parecido ocurre en el número 56 de la calle Norte,
primer asentamiento de población civil de la barrida, donde
Fátima Sora debe lavar los platos en el vestíbulo, situado
junto a una letrina.
No muy lejos de allí, Sodia Ahmed Chaib preferiría quedarse
en el barrio si las autoridades le ayudaran a arreglar su
casa. Pero si la única opción factible es marcharse a otra
vivienda de Loma Colmenar, se encuentra muy dispuesta a
hacerlo.
“Las autoridades deberían de estudiar cada caso y organizar
los realojos. Esta señora soporta una gran humedad en un
dormitorio donde duerme un niño de quince meses”, apunta el
presidente de la entidad vecinal. En la calle Este, dos
familias comparten patio, cocina y retrete.
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El ente vecinal no admite la ilegalidad de las edificaciones
En un porcentaje muy alto del
terreno que no está ocupado por las chabolas se han
construido desde hace décadas viviendas que carecen de
permisos de obra y otras licencias preceptivas, pero la
asociación de vecinos entiende que estas edificaciones no
pueden considerarse ilegales por el hecho de haber pagado la
correspondiente multa, que puede rondar en torno a los
18.000 euros, al omitir todos los requisitos exigibles para
construir. Los portavoces de los vecinos aluden a
determinadas decisiones de orden político que se adoptaron
en su día. Como el hecho de tolerar la proliferación de
viviendas ilegales, a pesar de la sanción, como mal menor y
remedio contra el chabolismo imperante en el enclave. Ahora
las prioridades de la asociación son erradicar las chabolas
y conseguir que se legalicen estas viviendas que empezaron a
levantarse hace cuarenta años.
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