El nombre de Toonik ya anticipaba que no iba a ser un
concierto de jazz ortodoxo. De hecho, el trío, con una
especial presencia de los teclados, ofreció un vibrante
recital que sobre la cuerda jazzística dio cabida al drum’n
bass, el acid-jazz o el rock, entre otros estilos.
Toonik ofreció ayer, ante más de un centenar de aficionados
melómanos en el Salón de Actos del Palacio Autonómico, un
vibrante concierto de apertura del Festival Internacional de
Jazz Ciudad de Ceuta, que entra de esta forma con buen pie
en su 15º aniversario.
El trío demostró la fuerza del mestizaje del jazz con
estilos que están más en el acerbo de la cultura popular
común, como el drum’n bass, el rock o el acid.
El grueso del repertorio del grupo lo compuso, como es
obvio, su primer y único disco en el mercado, si bien dieron
cabida a nuevos temas que estarán en el segundo plástico que
el trío prepara.
Los teclados del hispano-francés Louis René Portellano, a
ratos atmosféricos, a ratos rítmicos, a ratos solistas,
tuvieron un especial protagonismo sobre el escenario, con la
compañía arrolladora del batería Coki Giménez y el pulido y
más heterodoxo sonido de la guitarra de Carlos Pino.
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