Aveces, muchas veces, esta ciudad más que madre parece
madrastra de sus verdaderos hijos. Algo que provoca una
sensación de injusticia evidente.
En el caso de la reciente sentencia dictada por el Tribunal
Supreno contra dos agentes de la Policía Local por hechos
acaecidos en 2003 no ha dejado indiferente a nadie. Quien
diga lo contrario miente, máxime cuando esta lamentable
historia tiene un principio, un obsceno y maquiavélico nudo
y finalmente un doloroso desenlace.
En esta ciudad, en la que es fácil apuntar el hecho de que
nos conocemos todos, las cosas no son -en muchas ocasiones-
como aparentan. Los contubernios, las conspiraciones y los
movimientos obscenos de quienes no tienen ningún escrúpulo
son más habituales de lo que se antojaría. Estas
maquiavelidades son aun peor cuando se pergeñan usando y
abusando de una placa.
El caso de los dos policías locales que en 2003 tuvieron la
‘mala suerte’ de cruzarse con un delincuente -de los malos
de verdad- ha provocado una indignación generalizada entre
quienes conocen la verdadera intrahistoria de los
movimientos posteriores que se produjeron a los hechos
sentenciados.
El delincuente, que cuenta con casi una veintena de
detenciones a sus espaldas, es un viejo conocido de las
habitaciones-celda de la antigua Comisaría, hoy Jefatura.
Este tal Nordim -el delincuente-, miembro del hampa ceutí en
su más baja estofa ha logrado lo que nunca hubiera
imaginado, llevarse por delante a dos policías. En este
‘juego’, que ha concluido con la ruina de dos familias, la
participación de ‘amigos’ protectores del delincuente ha
resultado clave para juntar lo necesario y poder establecer
una línea acusatoria de enjundia como para que tuviera tal
final. Y eso que en la instancia de la Audiencia Provincial
el caso se solventó con una condena por faltas.
Pero las amistades de este miembro del ‘hampa’ -familiar
putativo- de algún obceno con placa, han sido importantes y
basadas efectivamente en la obscenidad con placa. Eliminar a
elementos de esta estofa que suelen ir por libre abusando de
su condición no sería malo teniendo en cuenta la oportuna
salvaguarda del honor y reputación de la Jefatura.
Porque, efectivamente, hay que indagar en esta
intrahistoria, conocer las amistades de este delincuente
habitual para componer la verdadera esencia que ha
conllevado a una sentencia moralmente injusta y de cuyo
éxito sólo puede jactarse un -repito-obsceno con placa. ¿Que
ahora hay que hacer todo lo posible para que se establezcan
los mecanismos oportunos para lograr el indulto de estos dos
agentes?, que nadie dude de que firmaré el primero si de
recoger firmas se trata. Porque sé quiénes son estos dos
funcionarios de la Policía Local y conozco quién es y de
quién se rodea el delincuente. Como ciudadano lo considero
un deber moral y espero que así lo sea por la inmensa
mayoría de la ciudadanía ceutí.
Por cierto, lo de menos es ahora si fueron miembros de la
UIR o no. Cierto es que los dos agentes formaron parte de la
Unidad de Intervención Rápida en su momento, pero no tiene
que ser relevante en estos momentos pese al interés -también
obsceno- de querer mezclar churras con merinas y enmierdar
desde otro medio aprovechando que el Pisuerga pasa por
Valladolid y apoyándose en supuestos sindicatos... bah!, ni
caso.
Toda la historia del famoso Nordim contra los dos agentes de
la Policía Local está aderezada del enjuague logrado por
quienes ‘tapan’ habitualmente a este vendedor de esencias
que repercuten en el estado fisiológico de las personas.
Por eso, a partir de ahora, y dado que ha sido tan sumamente
escrupulosa la acción de este obsceno con placa, convendría
que se fuera ya igual de escrupuloso en el seguimiento,
control y vigilancia de este elemento desde las instancias
que puedan hacerlo, salvo que se muestren de acuerdo con su
forma tan individual de actuar, que no parece el caso.
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