La representante del Ministerio Fiscal solicita para un
sujeto 9 meses de prisión por un presunto delito de agresión
sexual y 180 euros de multa por una supuesta falta de
lesiones hacia una residente del CETI. Según el acusado, ya
expulsado del recinto por tales hechos, esa madrugada estaba
viendo una película y no en el exterior del centro.
Al parecer, el suceso se produjo en la madrugada del 19 al
20 de agosto en los alrededores del Centro de Estancia
Temporal para Inmigrantes (CETI) y, según la denunciante,
fue víctima de una agresión sexual y varias lesiones.
Estos y otros detalles son los que la magistrada del Juzgado
de lo Penal número uno deberá tener en cuenta a la hora de
dictar la sentencia para el imputado, también residente del
CETI, aunque expulsado a raíz de los hechos por los que se
le acusa. Para él, la representante del Ministerio Fiscal en
la ciudad solicita una pena de nueve meses de prisión por el
presunto delito de agresión y una multa de 180 euros por la
supuesta falta de lesiones. A ello se suman 350 euros que la
acusación particular exige en concepto de indemnización para
su cliente. Por su parte, la letrada de la defensa pide la
absolución del imputado atendiendo a las pruebas y
testimonios recogidos tanto en fase de instrucción como las
vertidas ayer en el juicio.
Durante su declaración, el acusado recalcó que en la franja
horaria en que se produjeron los hechos él estaba viendo una
película con dos residentes más. “Lo hace por verganza
porque quería el teléfono de un amigo mío que le gustaba y
no se lo di. Además, esa misma tarde, yo hice de intérprete
en una pelea que ella tuvo con otra compañera y me extraña
que la tome conmigo cuando yo la he ayudado. Más casos se
han dado y lo que buscan es que les den los papeles y las
manden a la península porque nunca he tenido relación con
ella y, evidentemente, esa noche no estuve fuera del
centro”, explicó el imputado.
Versión totalmente contradictoria fue la aportada por la
presunta víctima, quien argumentó que tras ser expulsada del
recinto “me quedé por alrededor porque me da miedo, entonces
lo vi saltando la valla y ya comenzó a agredirme pero no sé
si tenía un palo o una botella ni cuando la cogió. Luego
saltó de nuevo la valla y regresó. Cuando lo reconocí y lo
llamaron llevaba ropa diferente porque la había roto antes.
Y me lo hizo porque no quise dormir con él”, relató. Esta,
además, mantuvo en todo momento que no había bebido alcohol
y que el imputado jamás había hablado con ella antes. Tras
varias horas de contradicciones, nuevas pruebas y
testimonios concluyentes, el juicio quedó visto para
sentencia.
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