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ACTUALIDAD - DOMINGO, 27 DE SEPTIEMBRE DE 2009

 

alerta naranja en la ciudad

La alerta por lluvias se quedó en meras anécdotas propias de las primeras precipitaciones de la temporada otoñal

CEUTA
Redacción

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La alerta naranja no había conseguido arredrar a los ceutíes a primeras horas de la mañana, cuando las lluvias eran aún extremadamente débiles, y la Gran Vía presentaba prácticamente la misma vida que todos los sábados, con incluso algún valiente que se atrevía a hacer footing por el vial ligero de ropa.

En la medida en que las precipitaciones comenzaron a hacerse más intensas, el paisaje urbano fue despejándose de automóviles y transeuntes. Los pocos coches que continuaban circulando por la ciudad lo hacían con toda tranquilidad por avenidas como la Juan Carlos I y atravesando algunos charcos de relativa envergadura a la salida del Tarajal hacia Almadraba.

Los barrenderos de Urbaser continuaban haciendo su trabajo equipados con chubasqueros, operarios y comerciantes del Tarajal recogían el fango en los accesos para que no taponara los desgües, y relámpagos alumbraban de manera intermitente el litoral ceutí mientras unos pocos despreocupados ciudadanos caminaban por el borde marítimo sin apenas equipo para el agua. Ningún nerviosismo en la ciudad a pesar del recuerdo de pasados aguaceros.

Las incomodidades se podían sortear. En El Príncipe algunos vecinos se las apañaban para hacer sus compras a pesar de la lluvia, había quien se atrevía a circular con su ciclomotor, y en El Tarajal había incluso quien hacía uso de su bicicleta.

Situación controlada

Lo comentaban a este periódico los propios comerciantes del Polígono. “De momento no nos ha entrado el agua. El desagüe ha respondido perfectamente”, apuntaba el propietario de un ultramarinos, cuando la lluvia ya había cesado para no volver en todo el día.

Otros comerciantes parecían más precavidos, y habían colocado un tablón de poco más de medio metro de alto en el acceso a su negocio, por si las moscas. “En las naves del Polígono no ha logrado entrar el agua salvo en la parte de abajo. Nosotros esta mañana hemos llegado a tiempo y nos hemos puesto a desatascar los desagües nada más llegar”, explicaba Fhad Mohamed, propietario del susodicho supermercado.

Parecía existir alguna suerte de coordinación espontánea entre todos los comerciantes y operarios del polígono. Un chico daba paso con una vara en la mano a los coches que intentaban circular por entre las naves, no prestando la mayor atención en muchos casos a las señalizaciones del tráfico.

Desgracia personal no hubo que lamentar ninguna, porque incluso en el accidente de tráfico detectado por protección civil los ocupantes resultaron ilesos.

En las resbaladizas y mal asfaltadas calles del Tarajal pudo verse a alguna señora caer de espaldas sobre el pavimento, pero sin que se produjera lesiones de consideración.

“Esto seguirá igual mientras no nos lo arreglen. Tienen que hacer algo para que el agua de lluvia se filtre por los desagües más fácilmente, o siempre nos veremos afectados por cualquier lluvia”, protestaba el comerciante Fhad Mohamed.
 


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