La Legión Española celebró ayer su 89 aniversario con una
parada militar en el patio militar del acuertelamiento
García Aldave, en el que no faltó ni una sola de las
autoridades civiles y militares de la Ciudad Autónoma de
Ceuta. El acto se prolongó durante más de una hora y se
cerró con aclamaciones de los familiares y vivas a España,
La Legión y el Rey, sin que faltaran elementos tan emotivos
como la distinción al Legionario de Honor, la participación
en silla de ruedas del único superviviente que queda de la
Batalla del Ebro y hasta un niño de cinco años que se sabía
al dedillo la letra del “Novio de la muerte”.
Pasado el mediodía las autoridades civiles y militares de la
ciudad, familiares y amigos de los homenajeados y otros
ceutíes ya se encontraban colocados con apostura marcial en
el acuertelamiento García Aldave, donde se celebraba ayer el
89º aniversario de La Legión Española.
Una unidad nacida precisamente en Ceuta por disposición de
Alfonso XIII atendiendo a las especiales necesidades de la
guerra que se libraba en África, y que desde entonces se ha
convertido en uno de los actos castrenses de más relevancia
en la hoy ciudad autónoma.
La parada militar celebrada ayer en el patio de armas del
referido acuertelamiento comenzaba a las doce y media con
puntualidad británica.
En las tribunas de uno de los laterales del patio se
disponían los familiares de los oficiales, suboficiales y
algunos invitados civiles. A la izquierda estaban ubicados
los familiares de la Tropa e invitados del Tercio. En el
centro, la tribunal principal estaba destinada para las
autoridades civiles y militares de mayor rango: el
presidente de la ciudad autónoma Juan Jesús Vivas, el
delegado del Gobierno, José Fernández Chacón y el comandante
general de Ceuta, Alfonso Vidal de Loño.
Flanqueando esta tribuna principal se encontraban las
esposas de las autoridades, los generales, los legionarios
de honor, la hermandad de veteranos de los tercios, los
suboficiales, más autoridades civiles.... Todo estaba
preparado para iniciar la conmeración bajo un sol
refulgente.
El brigada José Antonio Ceballos, que asumió el papel de
relator del acto, daba la bienvenida a los asistentes tras
el toque de batallón y la llamada, que daba paso a las
novedades y al puesto en formación del coronel jefe Alfonso
Álvarez Gaumé, principal conductor del acto.
Adrián Mateo, un niño ceutí de cinco años ataviado de
legionario, ponía la nota pintoresca a la parada militar.
Tras recibirse las novedades, la Escuadra de Gastadores de
la IVª Bandera entronizaban al Cristo y los guiones de la
unidad se incorporaban a la formación, mientras la banda de
música tocaba una marcha lenta.
Entonces se producía uno de los momentos estelares del acto,
la entrada de la bandera de España en el patio de armas, a
la que las unidadades en formación rindieron honores de
ordenanza bajo los acodes del Himno Nacional.
El comandante general hacía su entrada en el patio, pasaba
revista a la fuerza, saludaba a los asistentes al acto y
ocupaba la tribuna principal junto con el presidente Juan
Jesús Vivas y el delegado Fernández Chacón.
Se daba entonces lectura al Real Decreto que permitió en
1920 la creación de La Legión y se pasaba a imponer las
condecoraciones a casi medio centenar de militares, entre
los que destacaba este año el nombramiento como legionario
de honor del coronel Antonio Pintor Escobar.
Tras la retirada de la Enseña Nacional, comenzaba el
homenaje a los caídos mientras los legionarios entonaban el
“Novio de la muerte”, al tiempo que el caballero legionario
Leonardo Lobato Morales, único superviviente hoy de la que
fue la Batalla del Ebro, se dirigió en silla de ruedas hasta
la cripta para realizar la ofrenda floral. Sonetos,
oraciones y desfile cerraron el acto.
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