Francisco Márquez, nombre y planta
de torero, estaba que trinaba. Es la impresión que me dio
oyéndole por la radio referirse a las acusaciones que había
hecho Mohamed Alí sobre las deudas que la Ciudad tiene
contraída con los bancos.
La voz del consejero de Hacienda, tan educado él de
costumbre, sonaba rabiosa, irritada, presurosa... Y llegó un
momento en el cual me lo imaginé poniendo los ojos en blanco
y encolerizado. Y la verdad es que temí que le diera un
insurto. Una especie de soponcio vecinal de patio. Un
patatús de aquí te espero.
Tan alterado por ofendido estaba FM que en un momento
determinado desafió a Mohamed Alí a un duelo de palabras
para dejar bien claro que las mentiras de éste prueban su
incapacidad para gobernar.
Al consejero de Hacienda le faltó, quizá porque le pudo la
histeria, decirle al jefe de la oposición que sus denuncias
llevaban la marca de Juan Luis Aróstegui: asesor a tiempo
completo de la UDCE-IU, mientras Mohamed Haddú ‘Musa’ no
acaba de tomar las decisiones que tanto anuncia en su
deambular por la calle.
Lo cierto es que un consejero de Hacienda de la talla de
Márquez debe, en casos así, echar mano de la serenidad
aunque sea a costa de tomarse una tila. De lo contrario,
amén de que está muy feo que las palabras le salgan
atropelladas y dislocadas, propicia que el rival, en esta
caso Alí, pueda sacar una nota de prensa de este jaez
mordaz.
-Dice así la referida nota: UDCE-IU describió la respuesta
del consejero de Hacienda como “desaforada, nerviosa y
plagada de mentiras. Sólo demuestra una cosa: todo lo
denunciado ayer por este grupo político es cierto”.
Menudo disfrute para Alí y los suyos. Y sobre todo para
Aróstegui. Que es quien dirige todo el tinglado de la UDCE-IU.
Porque comprobaron que FM, con fama de flemático, se
enciende en cuanto se le lleva la contraria en asuntos de
créditos bancarios. Se acelera y se pone palabrero. Lo cual
no es bueno ni para él ni para el gobierno. Máxime teniendo
la razón.
Veamos. La misión de los miembros de la oposición, verdad de
Perogrullo, consiste en sacar a los consejeros de sus
casillas. Inquietarles. Ponerles nerviosos. A fin de que les
pueda la pasión y saquen a relucir el amor propio. Y el amor
propio, como dijo alguien que ahora no recuerdo, es un
curioso animal que puede dormir bajo los golpes más crueles,
pero que se despierta, herido de muerte, por un simple
arañazo.
En fin, que el asunto sobre los créditos bancarios, sobre
los dineros que debe la ciudad a los bancos y la posibilidad
de que éstos opten por suprimirle los préstamos al Gobierno
presidido por Juan Vivas, en boca de Mohamed Alí, no dejaba
de ser un arañazo. Una denuncia de poca monta con el único
fin de hacerse notar en los plenos. Que es la única manera
que los periódicos tienen de acordarse de que Alí existe
como político, aunque haya delegado sus funciones de
liderazgo de su partido en el secretario general de
Comisiones Obreras.
De modo que yo pondría la siguiente penitencia a Márquez:
que se castigue por no haber mantenido la calma, tan
habitual en él. ¿Cómo?... Quedándose dos fines de semana en
Ceuta, acompañando a Vivas en sus caminatas. Y que se olvide
del reto.
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