Han visto crecer la necesidad, la pobreza, el hambre y la
carestía. Desde principios de año muchas son las oenegés y
entidades benéficas que en la ciudad autónoma han
incrementado su actividad, proporcionando alimentos, ropa,
mantas y en algún que otro caso, hasta dinero para que
muchos puedan pagar facturas o alquileres.
Se habla de cifras, porcentajes, barriadas, perfiles, pero
nadie dice nada a pesar de que la pobreza unida a la crisis
económica va comiendo cada vez más terreno. Les gustaría
obtener el jornal de manera más honrosa pero el desempleo es
una lucha constante que se nota más y más, y por ello están
dispuestos a todo por mantener a sus hijos, “lo que sea por
nuestros hijos”. Casos que atiende casi a diario la oenegé
Luna Blanca, donde los padres de familia numerosa y las
mujeres separadas piden el pan de cada día; más de ochenta
familias que suponen el incremento en un cuarenta por ciento
de asistencias a no sólo inmigrantes, sino ya a residentes
de Ceuta, tal y como advertía su presidente, Mustafa
Abdelkader.
Historias como la de Mohamed Benmama o Horia Márquez, que
acuden durante el mes del Ramadán a la carpa de Sidi Embarek
en busca de provisiones que, racionalizando, sustentan a los
pequeños durante varios días. “Soy padre de familia numerosa
y vengo todas las tardes a por pan, leche, fruta y todo lo
que se reparte, ya que estoy sin trabajo ahora mismo por la
crisis y que nunca hay mucho empleo a pesar de que tengo un
curso de electricista. Llevo tres años viniendo a por comida
elaborada ya que la luz y el agua las tengo que pagar yo con
el dinero que le dan a mi esposa por el paro, y en el
alquiler me ayudan desde Asuntos Sociales. Los pocos
ingresos que tenemos no llegan a los 400 euros y somos cinco
en casa, por eso me dedico a buscarme la vida o hacer
chapuzas para que a mis hijos no les falte de nada. Y no me
llamo afortunado pero gracias a estos alimentos, como yo,
hay muchas familias que pueden comer”, narraba Moahmed
Benmama.
La independencia de la mujer también puede pasar factura en
algunos casos, donde la ex pareja ve la coartada perfecta
para no sustentar al núcleo familiar a pesar de que el
desempleo sea omnipresente. Este perfil también se ha visto
incrementado en el número de musulmanes que acuden a Luna
Blanca a pedir alimentos ricos en vitaminas, proteínas o
hidratos de carbono, según explicaba el presidente de la
entidad benéfica, Mustafa Abdelkader. “Cada día nos llegan
más mujeres que se han separado o divorciado y tienen niños
pequeños. Si no tiene trabajo la circunstancia se complica
más y además los maridos no les pasan la manutención de los
hijos. Por ello tenemos más de 80 familias a las que
sustentamos y asistimos a un cuarenta por ciento más de
población que además es residente, no inmigrante”, apuntaba
Abdelkader.
Aunque por hablar de situaciones críticas, las hay para dar
y regalar. “Tengo cierta edad por lo que me es más difícil
encontrar un trabajo. Además vivo con mis hijos y sólo
dispongo de 200 euros al mes para pagar facturas, alquiler y
comer. Cuando acaba el Ramadán, me busco la vida como sea,
como podemos, pero no puedo permitir que los niños, que son
menores de edad, estén mal. Gracias a Dios que no tengo más
personas en mi casa porque si no, tendría más problemas”,
expresaba Horia Márquez.
|