Los montes de Ceuta no están solos ante el peligro. Diez
vigilantes forestales otean cada rincón desde enclaves
privilegiados que ofrecen panorámicas de vértigo y permiten
dominar hasta el último resquicio. Nada fue lo mismo desde
que en 1983 un incendio arrasó todo a su paso desde
Calamocarro hasta la zona de los embalses. Fue devastador.
De aquello queda un monte que ya no volverá a ser el mismo,
una sentencia que no esclarecía las causas y muchas dudas
sobre el origen de un fuego que abrió sospechas en todos los
frentes. Desde descuidos derivados de algún ejercicio
militar, hasta entramados relacionados con el tráfico de
drogas o un simple y fatal descuido de algún ciudadano.
Muchos ceutíes observaban desde sus casas o las calles de la
ciudad como 90 hectáreas de su paraíso particular se iban al
garete sin poder hacer poco más que lamentarse.
Comenzó a crearse conciencia de la necesidad de proteger el
territorio ceutí de ese tipo de desastres. Y no hay que
llevarse a engaño. Nadie está a salvo de las llamas y la
perla de entremares podría haber sufrido incendios tan
devastadores que implicaran a la zona residencial dejando
las llamas atrás el campo exterior. “Ahora sería
dificilísimo y más que improbable”, explica el jefe de la
brigada forestal creada en Ceuta hace ya tres años, Carmelo
Navarro. Cualquier mínimo rastro de humo es divisado por el
vigilante que hace la ronda, inmediatamente da aviso a los
bomberos y éstos se presentan en el lugar en 20 minutos a lo
sumo. Un tiempo aceptable para poder sofocar cualquier
conato o incendio que se haya originado mientras tanto.
“Antes entre que se daban cuenta, avisaban y se trasladaban
los cuerpo de emergencia, el control se escapaba de las
manos”. Los vigilantes, denominados “ayudantes en medio
forestal” no tienen capacidad de denuncia. Ellos informan de
cualquier irregularidad y es la Guardia Civil o quien
corresponda quien pone cartas en el asunto. No es tarea
fácil dar con la causa de los desastres forestales.
Por descuido
“En Ceuta la mayor parte se producen por descuido y es muy
bajo el porcentaje de incendios provocados”, explica
Navarro. Parece que la ciudadanía no es consciente aún de
que “una colilla se enciende muy rápido cuando llega a la
orilla y hay cualquier rastrojo y hemos encontrado muchas en
el centro del origen de un fuego”. Los ciudadanos suben a
pasar el día en el monte, hacen sus barbacoas, creen que las
han pagado y las brasas reprenden prácticamente solas, o
algún propietario quema unos desperdicios y no controla el
fuego posterior... Los ayudantes forestales agudizan la
vista para seguir manteniendo el monte al menos como ha
llegado hasta nuestros días. Las cifras están ahí y la
brigada está cumpliendo. Cuando hace apenas cinco años la
media de incendios llegados a este punto del verano era de
cuatro o cinco, en lo que llevamos de verano tan sólo se ha
producido uno.
No es casuialidad, el equipo que integra la brigada
forestal, reforzado en época de verano, trabaja durante todo
el invierno con el objetivo de mantener la prevención contra
los incendios. Pero antes de llegar a este punto, durante el
invierno deben realizarse las tareas de limpieza y desbroce
que mantengan los terrenos de manera adecuada, realizar
trabajos de mantenimiento de las ocho pistas que hacen tarea
de cortafuegos, vigilar que no se formen vertederos y que no
se produzca ningún tipo de delito ecológico y en definitiva,
seguir cuidando de los pulmones de Ceuta. El calentamiento
global es u na realidad, España es el país más árido de la
Unión Europea y las olas de calor inciden en la aparición de
incendios y éstos a su vez en la degradación de la zona. Un
dato: los incendios en España desprenden la contaminación
equivalente a una ciudad de un millón de habitantes.
Prevenirlos es lo suyo.
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