No sólo es imposible vivir de cara al país vecino sino que
es bueno y ventajoso. Así lo ven los responsables de los
establecimientos hoteleros ceutíes que saben que al otro
lado de la frontera hay miles de clientes de los
considerados como “muy buenos”.
Ceuta tiene mucho o poco según como se mire. Para el
visitante que viene de Marruecos en verano tiene una oferta
de ocio cercana a su lugar de veraneo o a su residencia.
Tiene playas, el Parque Marítimo, cultura, patrimonio...
pero sobre todo tiene tiendas. Es un cliente que lidera al
nacional en el ránking de consumo y gasto en
establecimientos. Todas las urbanizaciones de la costa que
se están edificando al otro lado de la frontera están llenas
de clientes potenciales de alto poder adquisitivo que no
dudan en cruzar el Tarajal para pasear por las calles
ceutíes, entras en sus tiendas, comer en sus restaurantes y
pernoctar en sus establecimientos hoteleros. Es por eso que
desde los hoteles saben que deben mimar al visitante
marroquí. “Debemos estar de cara a Marruecos y no de
espaldas”, sugiere Pedro Fernández, convencido de que es una
buena fuente de ingresos para la ciudad. Por su parte,
Daniel González apuesta por cuidar “al máximo” al visitante
del país vecino porque “viene a conocer, a gastar y a
disfrutar”.
Ávila resalta también al turista portugués “que viene a
Ceuta por los vínculos históricos y también para realizar
compras”.
Ofertas como el “Ceuta por 15 euros” consiguieron que
centenares de visitantes de la zona de Andalucía y en
concreto del Campo de Gobraltar se decidieran a embarcar el
Algeciras para conocer la ciudad y eso, poco a poco, ha
creado un flujo tímido pero constante que en verano se nota
aún más.
Lejos quedan aquellas oleadas de turistas que embarcaban
dispuestos a comprar un radio cassette o un paraguas. Los
tiempos cambian, el mercado también, pero Ceuta sigue
sobreviviendo.
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