Es uno de los casos que más me
descomponen. No puedo encontrar ningún tipo de
justificación, cuando hay actos terroristas, pero justifico,
todavía menos, cuando una “familia” queda destrozada, porque
en esa familia un salvaje no sabe respetar lo que es la vida
de “su esposa”.
He visto y leído con detenimiento la noticia de portada de
nuestro periódico El Pueblo de Ceuta, y aunque a muchos
kilómetros de distancia, me parecía estar viviendo cerca de
donde ha sucedido ese macabro hecho.
Y encima un salvadoreño. Alguien que un día habrá entrado en
nuestro país, con o sin papeles, para trabajar y lo único
que dejará en el recuerdo de Ceuta es la nota de haber sido
un criminal que segó la vida a su “esposa” de 23 años.
Ahora los lamentos, no es para menos, luego llegarán los
juicios, la condena, pero con sus 32 años y con el tiempo
que le pueda caer, todavía le quedará tiempo, tras su salida
de la cárcel, para poder actuar de forma similar, si es que
se lo propone de nuevo.
No es el momento para hablar de ello, pero tras su salida de
la cárcel, ese individuo no debería permanecer ni media hora
más en nuestras tierras, porque aquí bastante tenemos con
nuestros problemas y no es cosa de recibir a personas que
nos aporten más complicaciones, ¡¡Y qué complicaciones!!,
añadidas a las propias que nos vayan surgiendo.
Y menos mal a que el salvadoreño, prefiero no citar su
nombre, fue detenido en la propia casa, una vez que la
policía, parece que con una orden judicial, entró por la
fuerza en la vivienda en la que se había cometido el crimen.
La mujer, Ekram, era ceutí, y el salvadoreño, está claro
que, tenía muy pensado cometer ese crimen, puesto que a
primeras horas de la mañana había contactado con un hermano
que reside en Barcelona, al que había dicho:” Voy a llevar a
mi hija con mi suegra y voy a matar a mi mujer”.
Sencillamente tremendo.
Las intenciones eran claras, los atenuantes aquí no creo que
nadie se los pueda sacar de la manga, y lo malo es que el
hermano no contactara con la policía hasta ya pasado el
mediodía.
Tras el crimen aparecen los comentarios de una difícil
convivencia, de unas relaciones poco agradables, pero aun
así no hay nada que pueda justificar este macabro suceso.
Es más, parece que tras el asesinato, el propio homicida se
había hecho unos cortes en las muñecas ¿Intento de
suicidio?. Podría ser intento, pero sólo eso, aunque tiempo
debió tener para ello.
Lo que sí parece claro es, que nada más tener noticias la
Policía de que podía haber de por medio un suceso grave,
actuó con prontitud, desplegando varias patrullas, entrando
por la fuerza al domicilio, pero ya era demasiado tarde,
porque la información la habían recibido, posiblemente,
algunas horas después de cometerse el crimen.
Y ahora lo que se puede decir es que todo lo que se podía
hacer legalmente se ha hecho, pero de poco ha servido,
porque el salvaje, sin tener en cuenta las leyes, se había
adelantado a todos.
Conmoción entre los vecinos, silencio y respeto entre
quienes actuaron hasta el levantamiento del cadáver.
Trámites post mortem en toda regla, pero una vida segada a
los 23 años. Una joven madre que ha dejado de existir y ¿Qué
va a pasar ahora con el salvadoreño?. Ha quitado la vida a
una persona y nos va a costar su permanencia en una cárcel
aquí.
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