‘Explorar y comprender el fracaso escolar en el contexto
multicultural de Ceuta’ es el título del estudio del
profesor del departamento de Didáctica de la Universidad de
Cádiz Rafael Jiménez Gámez, becado en la Convocatoria de
Ayudas a la Investigación 2008 del Instituto de Estudios
Ceutíes (IEC) para desentrañar las claves ocultas que hacen
de la ciudad autónoma la región líder en fracaso escolar de
toda España. Entre ellas se señala por primera vez a la
metodología docente y se urge un cambio en la misma.
En Ceuta trabajan algo más de mil profesores en el sistema
educativo oficial. “Existe un profesorado con ganas, pero
faltan estrategias para trabajar la atención a la
diversidad”, diagnostica en las conclusiones de ‘Explorar y
comprender el fracaso escolar en el contexto multicultural
de Ceuta’ el profesor de la Facultad de Ciencias de la
Educación de la Universidad de Cádiz (UCA) Rafael Jiménez
Gámez, quien sin embargo lamenta que en algunos casos “la
inestabilidad obstaculiza la lucha contra el fracaso
escolar” y en otros ha apreciado “un trabajo excesivamente
académico que puede generar fracaso en sí,
independientemente de la cultura del alumnado”.
Para elaborar su trabajo, centrado en “cómo el sistema
educativo de la ciudad atiende a los estudiantes de cultura
árabo-musulmana” sobre la “innegable” realidad del fracaso,
el absentismo y el abandono escolar en Ceuta el director del
estudio y su equipo se centraron en dos colegios: uno de
ellos público, de Infantil y Primaria y alumnado
exclusivamente árabo-musulmán (A-M) y otro concertado de
Primaria y Secundaria de porcentaje “medio-alto”.
“El éxito de un centro está en los fracasos que evita y no
tanto en los éxitos que produce”, advierte Jiménez Gámez en
sus conclusiones, demoledoras en lo que a la promoción de la
multiculturalidad y la diversidad se refiere.
“El papel que juega el intercambio cultural que viene a
reflejar y manifestar costumbres está claramente polarizado:
en las escuelas con frecuencia se obvia lo árabo-musulmán
(A-M) mientras que se desrrolla lo cristiano-occidental
(C-O)”, lamenta el profesor, que a lo largo de las más de
200 páginas de su informe desmonta algunos tópicos como el
de que los musulmanes ceutíes se cierran en su propia
comunidad y se aíslan acosados por algún tipo de racismo.
“Un importante sector de la población A-M de la ciudad y, en
concreto, de la comunidad de los centros educativos
estudiados en los dos casos [que no se citan en ningún
momento por su nombre, por lo que aquí tampoco lo haremos,
aunque son muy fácilmente identificables], más allá de una
minoría étnica involuntaria sometida a un racismo de mayor o
menor intensidad, deja paso una minoría étnica voluntaria,
que promueve una integración en la sociedad más cercana a la
acomodación que a la asimilación”.
“Esta minoría participa activamente en la vida social y
política de la ciudad y se interesa por la escuela como
medio de movilidad social ascendente”, completa Jiménez
Gámez, que sin embargo concluye que hay un elemento
intrínseco en las escuelas locales que impide o dificulta el
éxito escolar.
“La propia institución escolar puede ser entendida como
dimensión de indagación, lo que supone reconocer que ésta
tiene algo que ver con el fracaso escolar”, avisa el
especialista, que es especialmente crudo con los usos y
métodos docentes, aunque el profesorado no entiende lo
mismo: la inmensa mayoría entiende que “se tiene en cuenta
la diversidad de género y la lingüístico-cultural” de forma
adecuada.
“Acomodamiento”
Jiménez Gámez y su equipo no lo creen así: “Existe un
acomodamiento en el que vive un buen sector del profesorado
de la ciudad en general”, lamenta el autor, ceutí, que asume
que “si, ya es difícil encontrar un profesor que diga que su
metodología no es la adecuada, más en esta ciudad, en la que
solemos poner la excusa de la existencia de un cada vez
mayor número de alumnado A-M”.
“El profesorado de la ciudad suele ver la cultura A-M como
algo que amenaza su profesión y existen escasas experiencias
de innovación que surjan de la iniciativa del colectivo
docente”, apunta el estudio, en el que se plantean
“propuestas de mejora” como la de formar a todo el
profesorado en árabe ceutí o “compensar el insuficiente
número de profesorado A-M, más allá del de religión
islámica, sin entrar en conflicto con la legislación
vigente”. Por ejemplo, contemplando este criterio en la
contratación de personal titulado para los planes de empleo
de la Ciudad.
Igualmente Gámez aboga por “coordinar entre sí y con el
sistema educativo oficial” a las escuelas coránicas y
“promover la minoría étnica voluntaria en el AMPA y en el
consejo escolar y la asunción por parte de la misma de
responsabilidades en la mejora del centro”.
Sobre el modelo educativo general el autor defiende que
español y árabe ceutí “se tienen que desarrollar
conjuntamente, para que haya una competencia bilingüe que
transfiera elementos y estrategias entre ambas”.
“Concretando en el caso de Ceuta”, matiza, “esto no quiere
decir que el curriculum en la escuela primaria tenga que ser
desarrollado en árabe, y con menos razón, si tenemos en
cuenta que la lengua materna de los estudiantes árabo-musulmanes
no es el árabe culto o literario, sino un dialecto oral”, lo
que no es óbice para que le parezca conveniente “la
elaboración de textos bilingües, usando la trascripción del
dialecto al alfabeto occidental”.
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